domingo, 30 de noviembre de 2008

¡Tengan cuidado ahí fuera!

Esta tarde me han atracado en una calle vacía de Sevilla. Nada grave: me pusieron una pistola en el pecho y una navaja en la nuca. Lo cual, en principio, me ha parecido un exceso. Pienso que buscaban a otro, pero, en fin, les he dado lo que llevaba, ¡qué remedio!, unos cuarenta euros y las tarjetas, que no he podido anular todavía porque también se han llevado el teléfono móvil. Lo peor ha sido que al marcharse han dejado sobre el acerado la navaja y la pistola, aturdido como estaba no sabía qué hacer, si las dejaba sobre la calle se hubieran convertido en pruebas extraviadas o en peligro para viandantes, pero ¿qué hacía yo por la ciudad con una arma de fuego en una mano y un cuchillo en la otra? Sembrar el pánico, sin duda. A estas horas sale mucha gente, de compras, mayormente. Las he guardado en el abrigo y me he dirigido a la comisaría más cercana. Durante el trayecto, con las prisas y el nerviosismo, he cruzado un paso de cebra con el semáforo en rojo para los peatones y un policía local me ha multado. Cuando me ha pedido la documentación ha sido difícil explicarle lo de la pistola y el cuchillo y ahí es cuando me he dado cuenta de que mi vida se podía complicar un poco, a corto plazo al menos. Me ha acompañado amablemente a la comisaría y afortunadamente la pistola no se ha disparado hasta entrar en el vestíbulo, lo que ha ocasionado un buen revuelo, siempre he sido muy torpe para la gimnasia y las manualidades. Cuando he querido darme cuenta tenía diez policías reduciéndome, creían que me defendía con la navaja ¡pero si sólo quería devolverla! He estado declarando como cuatro horas. Parece ser que con esta pistola o una parecida han asaltado varias casas y negocios del Aljarafe la pasada noche. Cuando me han metido en el calabozo había un travesti con el maquillaje estropeado y un hombre de apariencia árabe, nos han dejado solos y ahí es cuando he pensado que mis circunstancias, a más corto plazo todavía se podían complicar un poco más. Desde la celda veo pasar a los ciclistas por el carril bici que ha estrenado recientemente el Ayuntamiento y a los novios que caminan cogidos de la mano, hace una preciosa tarde de otoño, pero eso era en una vida anterior, ahora soy miembro de pleno derecho del sindicato del crimen y tengo un estupendo futuro carcelario por delante. Como no tengo abogado, en lugar de la clásica llamada federal le he pedido al juez acceso a Internet. Los agentes me saludan al pasar mientras actualizo el blog, son buena gente: “¡tengan cuidado ahí fuera!", les digo.

3 comentarios:

IAgundez dijo...

!Real como la vida misma! Espeo que seas tu el protagonista de esa historia... Un saludo

IAgundez dijo...

He querido decir que... Espero que no seas tu el protagonista de esa historia, faltaria más.

José María JURADO dijo...

Así lo entendí, saludos

 
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