Yo, como mi amigo Juan Antonio G. Romano, también quiero celebrar la primavera, aunque sólo sea porque la lluvia de hoy ha rebosado, por no hacer mudanza en su costumbre, las aceras y las calles.
La lluvia en Sevilla es una maravilla, como la primavera.
Para festejarlo, como mi amigo Juan Antonio, acudiré al expediente de la repesca.
El original -con cartel- aquí
Volverán los cielos que perdimos a incendiar los balcones de la tarde; volverán los tambores por el río con el toro de cal y el pan de plata; volverán las mujeres como flores, las cinturas de pétalo y de mimbre, y el humo blanco del tabaco antiguo; volverán los hombres a caballo con espuelas de sol, con cascabeles, a tumbar la luz del mediodía. A la sombra morada del magnolio crecerá el llanto amargo del poeta y una luna de incienso y terciopelo vagará solitaria por las calles. Volverán el armiño de los reyes y la capa pluvial a ras de albero, volverán el jaramago, la espadaña, el dosel del naranjo que sustenta el aliento imprevisto de un perfume y también las oscuras golondrinas, las que han olvidado nuestros nombres -hecho de invierno y de ciudades grises- y que vuelan, locas y fugaces, enamoradas de sí mismas.
Pues eso, que la primavera ha venido y todos sabemos cómo ha sido.
martes, 24 de marzo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Gracias, amigo, por la doble cita y gracias, sobre todo, por esta excelente prosa endecasilábica e intertextual.
Publicar un comentario