sábado, 25 de abril de 2009

Píldoras para la crisis

Para financiar mi afición taurina revendí la deuda del abono de los toros y adquirí un bono de Lehman and Brothers, desde entonces supuro activos tóxicos en forma de píldoras venales, con cierto eco del "Dinero" de Pablo García Casado, que a su vez reverbera desde Carver y otros sucios realistas.

Ahí van:

La tarjeta de crédito deja un rastro de sangre al pasar por el datáfono.

Los cajeros automáticos muerden las manos de los clientes como vampiros anémicos.

Revisaba el cambio con la minuciosidad de un numismático.

No eran vasijas romanas, eran los restos de las huchas de sus hijos.

Harakiri del pequeño comercio: "se traspasa".

Vagaba solitario por el mundo con aquel billete en el bolsillo, y nadie podía darle cambio.

Parecía una rueda de presos, pero sólo era una entrevista de trabajo.

La máquina no daba cambio. Sólo recuerdos de Fortuna caducada.

Paradoja del especulador: antes compraba pequeñas superficies en grandes cantidades, ahora compra pequeñas cantidades en grandes superficies.

5 comentarios:

Jesús Cotta Lobato dijo...

La supuración segunda es terrible. Y todas en general desesperanzadoras. Y esto de supurar activos tóxicos es increíble: son tóxicos, pero brillantes.

Anónimo dijo...

Están bien, parece greguerías.

José María JURADO dijo...

Es que mordió el vampiro, son sucursales del averno, Jesús.

Sí, al final tienen más de greguerías, Planseldon, pero, greguerías financieras, de interés bajo.

alelo dijo...

Yo esta entrada no la he entendido. Sí, ya lo sé, a veces rozo lo que llaman "bruticismo" pero tu sabes amigo Juardo que las cosas son como son y a veces nada podemos hacer por cambiarlas.

Un abrazo virtual.

José María JURADO dijo...

Alelo, no la leas como una entrada, sino como diez frases sueltas, por lo que intuyo la opulencia, tu querida tía opulencia, no te ha abandonado todavía ni te pegan mordiscos los cajeros.

Una abrazo.

 
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