Han traído un becerro de oro al que llaman Ronaldo.
Y todavía he llegado a ver a quienes con razones abstrusas manejan cábalas: retornos de inversión y cuentas de resultados, equilibrios de la oferta y la demanda en el centro blanco de las marcas y los estadios impúdicos.
Como si de un becerro de metal pudiera exprimirse alimento de algún tipo.
Y el maná del espíritu podrido y enfangado, tirado en el desierto.
Tendréis lo que adoráis.
Y la cólera de Dios –y de los hombres- será implacable y ciega.
Hoy rompo las tablas de la Ley contra los televisores.
No veré la Tierra Prometida, pero no me dirán hermano vuestro.
domingo, 14 de junio de 2009
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1 comentario:
El becerro no es de oro, sino de soberbia.
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