domingo, 29 de noviembre de 2009

La tinta electrónica de Galdós

Leo y releo “Los Episodios Nacionales” de Galdós, estos relatos componen un fresco vivo y asombroso de nuestra historia penúltima y me ayudan a extraer no pocas conclusiones válidas para nuestra siempre zozobrante actualidad. Por eso, además de recomendarles vivamente su lectura, quiero apoyarme en ellos para abordar la cuestión del libro electrónico.

Actualmente dispongo en mi biblioteca de las siguientes ediciones:

1. La canónica y antigua edición de Aguilar, en tres tomos, adquirida en una librería de lance.

2. La voluminosa, pero práctica y bellísima por su limpia tipografía, que ha ido editando estos últimos años la editorial Destino en la colección Áncora y Delfín.

3. Los tomitos de bolsillo publicados por Alianza Editorial en su económica biblioteca de autor.

4. Una copia descargada en mi teléfono móvil disponible universalmente en la Wikipedia.

Existen en el mercado muchas más ediciones de esta obra, algunas preciosamente ilustradas, a lo que ha contribuido no poco la liberación de los derechos de autor que sobre la obra de don Benito pesó como una losa hasta el año 2000.

Supongamos que cualquiera de ellas se encuentra disponible en la Biblioteca Pública de mi localidad, lo cual constituiría una quinta posibilidad de lectura.

Bien, imaginemos ahora un hipotético lector de Galdós y planteémosle la posibilidad de trocar sus ejemplares por alguno de los dispositivos de lectura electrónica disponibles en el mercado. De manera simplificada creo que éstas serían las respuestas:

Los lectores simpatizantes de la opción 1 sin duda rechazarían el canje: para ellos el libro es un talismán sagrado que acuña el saber de los siglos, la encuadernación, el papel, las tintas, la antigüedad, añaden una venerable e insustituible pátina al texto.

Los partidarios de la opción 2 también lo rechazarían, para ellos el libro es un objeto bello y útil, cuya factura y presencia mejora la lectura, pero sobre todo un objeto que no dejarán de consumir como tal.

Pienso que los adeptos al libro de bolsillo serían, sin embargo, muy favorables al cambio, no conceden importancia al soporte, y su única exigencia sería, ay, la de la portabilidad y manejabilidad.

Para los lectores del grupo 4 el libro electrónico no supondría ninguna novedad, para ellos resulta tan antiguo como el glorioso proyecto Gutenberg. Contrariamente a lo que se pueda suponer serían los menos interesados en el artilugio, más allá de la mera curiosidad. Llevan años leyendo en pantallas y sus lecturas sólo están coartadas por los derechos de autor, lo que han resuelto ya con los programas P2P.

(Publicado el 25 de Noviembre en http://blog.coitaoc.org , continúa...)

5 comentarios:

José Miguel Ridao dijo...

Según la opción 1 el libro pasará a ser un objeto de coleccionista.

La opción 2 morirá cuando el libro electrónico supere en utilidad y comodidad al de papel.

En cualquier caso, cuando mueran los últimos románticos del papel éste quedará relegado a las vitrinas.

Vamos, que es cuestión de tiempo...

Anónimo dijo...

Has tocado una de mis obsesiones.

Tienes razón. Yo soy lector de libros no fetichista. El objeto me importa un comino. El electrolibro para mi no es más que un libro gratis y que no ocupa espacio; es decir: todo ventajas. Hace años que solo leo libros electrónicos. Solo vuelvo al libro normal de papel con la poesía y el teatro, que las leo mal en la maquinita, no sé por qué. -La poesía, sin embargo, se lee muy bien en el portátil-. También leo en libro tradicional las novelas o ensayos que no encuentro en libro electrónico, pero incluso libros que tengo en la biblioteca de mis padres en papel, prefiero leerlos en mi pda.

alelo dijo...

Pues yo no sé cuál triunfará, pero si sé que los libros me gusta tenerlos en mi estantería. Me gusta saber que están ahí detrás, por si los necesito. Con las páginas que me dijeron algo dobladas. El portátil nunca sé dónde "co-o-es" lo he puesto.

No sé, si decidieran editar un cacharro electrónico por cada libro, a lo mejor me compraba unos cuantos... para que estuvieran ahí detrás, por si los necesito.

Un abrazo

José María JURADO dijo...

Cuánto tiempo, Alelo.
Gracias a todos.
Carlos, eres un ejemplo puro del lote4.
José Miguel, como casi siempre tienes razón, pero aún le queda.

Anónimo dijo...

De hecho, lo que no me gusta de los nuevos lectores de tinta electrónica que están saliendo al mercado es su pretensión de parecerse a los libros de bolsillo en el tamaño.

Hay gran cantidad de prejuicios respecto al libro electrónico.
Quien no lo ha probado nunca cree que leer en una pantalla de 7x7cm es más cansado e incómodo que leer en un libro de bolsillo (no hablo ya de leer en un tomazo de obras completas con letra minúscula tipo Aguilar, que es de lo más incómodo y cansado). Lo cierto es que no es así. La mayor claridad de fuentes y el menor peso de un lector de bolsillo hace que, objetivamente, sea mucho menos cansado leer en él que en un libro tradicional.

Para mí el mayor problema de los lectores de tinta electrónica que están llegando a España es, precisamente, su excesivo tamaño. Los japoneses, que son los más avanzados en estas lides, ya los están fabricando de tamaños razonables (12x7cm, p. eje.) Yo aguantaré con mi Palm TX TX hasta que no reduzcan el tamaño de los lectores de tinta electrónica. El único problema que la encuentro es que en el exterior y con luz solar fuerte no se lee bien... pero la verdad es que es rarísimo que yo me ponga a leer tomando el sol :D

 
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