Estamos amotinados en la plaza. En los balcones hay rifles de repetición. Apuntan a la noche cerrada. Una campana solitaria da la una a lo lejos. No sabemos aún cuándo saldrán. Hace frío. Permanecemos en silencio. Nuestro miedo resuena como resuena el latido de nuestros corazones. Cada vez somos más. ¿Cómo hemos llegado aquí? No es tiempo de preguntas, suena el eco remoto de las voces de mando, lacónicas, tajantes, mezcladas con los últimos ladridos de los perros. Y aguardamos. ¿A qué? Entonces chirrían los goznes de las puertas y escuchamos un disparo sordo que se escapa, un quejido que sube del centro de la tierra, luego miles de ráfagas alumbran la tiniebla.
Y la gran luna llena se abate sobre el mundo.
viernes, 5 de marzo de 2010
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1 comentario:
Vaya final, espléndido.
otro abrazo.
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