Eternamente núbiles, nimbadas por un halo de pureza, incapaces aún de interpretar el latido en el fondo de su vientre, colmadas por la luz de las bujías y el ángel transparente de las anunciaciones, vadean estas niñas las calles misteriosas con las manos abiertas rendidas al dolor, al ácido puñal que horada las blondas, los brocados, los damascos, hasta hundir su cuchilla penetrante en el centro del llanto y de la leche.
Las Vírgenes.
(Corespondiente al viernes 19 de marzo)
miércoles, 24 de marzo de 2010
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