miércoles, 2 de junio de 2010

Corpus pasado por agua

Para que no se lo lleve el agua copio por aquí el artículo colegial del otro día, además mañana es Corpus Christi y, quizá por último año, acompañaré, con mis amigos y compañeros Sergio Castillo y David Cruz, a la Custodia de Arfe (y a la Sagrada Forma) por las calles de Sevilla en representación de los Ingenieros de Sevilla y Andalucía Occidental.

Vamos en la parte de las autoridades, pero no somos concejales, ni creo que lo parezcamos (a pesar del chaqué).


AGUA EMBOTELLADA

Lo que ha llovido: desde mi última comparecencia en esta plaza el único problema que no tenemos entre todos es el del agua, que no es poco con la que está cayendo. Y, sin embargo, estoy convencido de que un año más aumentará la venta de agua embotellada.

Es éste un negocio que, por su aparente sencillez, siempre me ha hechizado: un manantial, una embotelladora y el tradicional certificado del laboratorio catalán es todo lo que se necesita. A veces, ni siquiera el manantial es necesario, como hizo la Coca-cola hirviendo el agua de los grifos de Londres.

Claro, que la sencillez no es tal, la estrategia comercial y la “educación” de los mercados realizada por estas compañías que han logrado modificar los hábitos de consumo son muy ilustrativas.

Cuando yo era niño el agua mineral sólo se usaba para combatir la pertinaz sequía y para renovar el radiador del coche. Hablo en general, pero nuestros conocimientos sobre el PH y la mineralización del agua no iban más allá de lo necesario para cuidar el lavavajillas. Se sabía, eso sí, que el agua del mar era salada y que el agua de lluvia no se puede beber. Alguna vez, algún año, alguien de la familia había ido a un lejano balneario a “tomar las aguas”… y poco más.

Ahora el mercado nos ofrece agua de mineralización débil o fuerte, en lujosos envases de diseño, con sabor, sin sabor (¿no era agua?) y aun con gas, cosa que nunca se ha estilado al sur de los Pirineos. Y a un precio equivalente, si no mayor, al de otras bebidas que requieren procesos de elaboración mucho más complejos y costosos.

No es poco para algo que viene gratis del cielo y un poco menos gratis del grifo. Para popularizar su consumo fue necesario, lógicamente, la masiva implantación del fitness, aunque en principio sólo ayudaba a no engordar, y su correlato objetivo que era la ruta del bacalao. Entre las últimas inducciones comerciales ganan peso las inspiradas, ¡cómo no! en el medioambiente y la salud de los bebés. Pero no deja de ser H2O+PVC con una etiqueta azul.

Si Internet es un océano y, como dicen –pero no es verdad- el acceso a la cultura es universal y gratuito, podemos aprender de este modelo de negocio, basado en el embotellamiento de lo que está ahí, a disposición de todos.

Entendamos que ahora que se anuncia el final irreversible de las revistas y los periódicos [esas antologías], y aun de los libros, siempre habrá alguien –muchos- dispuesto a beber agua embotellada.

Porque el soporte lo es todo y en la red no hay sequía.

PD: A manera de ejemplo les recomiendo la estupenda colección ÁLOGOS de la editorial La Isla de Siltolá que ha tenido la excelente idea de adaptar al formato libro las mejores entradas de los blogs de más calidad, para el desconectado lector, en feliz exprexión de Enrique García-Máiquez (quien abordó el mismo experimento en Lo que ha llovido, Ed. Cuadernos de Númenor)

No hay comentarios:

 
/* Use this with templates/template-twocol.html */