El problema del haiku es el mismo que el de las cerezas, por no salir del tembloroso Japón, se come uno una y acaba comiéndoselas todas. Esto es, escribiendo ocurrencias y fruslerías. El caso es que determinadas circunstancias profesionales me impiden ofrecerles -esta Cuaresma- textos con la enjundia de hace un año, y me he tomado lo del haiku como un pasatiempo, mejor, claro, como un sudoku.
Ustedes me lo estarán perdonando.
Pero conviene que me recuerde a mí mismo lo que pienso de un asunto tan anfibio.
Y por eso recupero a LOS POETAS EN QUIMONO.
Mientras, mi querido amigo Lorenzo Clemente ha recogido el testigo penitencial con sus greguerías de Cuaresma.
sábado, 12 de marzo de 2011
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1 comentario:
Gracias, José María, por la cita. Ambos andamos enredados en brevedades, aunque, obviamente, con amplias diferencias en cuanto a calidad.
Que las labores precisas para lograr la manduca no te alejen de la creación y la belleza. Y nosotros que podamos disfrutarlas.
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