Elástica,
con el arco de plata y el carcaj
irisado de estrellas
disparas a la noche venatoria,
señora del abismo,
cazadora
de los ciervos azules de Orión.
A tus ojos,
velados por el frío de los astros,
se asoma
la redondez amarga de la luna.
Protectora
de las ciudades níveas del desierto
y las aguas dormidas y serenas
donde anida el alción.
Diosa blanca,
a tus rodillas baja
la túnica azafrán de las vestales,
tus sandalias de viento están surcando
los espacios vacíos sin antorchas.
Desciende, ven, Diana
por el desfiladero hondo del silencio
eternamente casta.
A los pies de tu estatua suplicamos
la sustancia inmortal de tu blancura,
sal y escarcha.
(de Tríptico Pagano, en preparación)
martes, 4 de octubre de 2011
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9 comentarios:
Diana, tentadora.
abrazos.
La casta Diana es un personaje literario que poco a poco se va olvidando. Dec hecho, tu poema me ha recordado este otro de José Somoza que llevaba años sin leer: http://es.wikisource.org/wiki/La_luna_mientras_duermes_te_acompa%C3%B1a
Perdona que te lo ponga así pero no me funcionan los hipervínculos.
Un abrazo
Gracias, amigos.
No conocía el poema de Somoza, Alonso, pero hoy he leído un soneto espiritual de JRJ sobre el mismo tema.
A mí me gusta mucho el Endymion en Latmos de Borges.
Abrazos-
Espléndido poema. Se le escapó una reiteración en un verso: "tus sandalias de de viento". Da coraje ante poema tan formalmente impecable. Se lo digo por si quiere corregirlo. Cordial saludo.
Anónimo gracias de de corazón.
Coregido do.
Mil gracias.
No hay de de qué, Sr. Jurado. Un placer siempre la lectura de su blogg y de sus versos.
Hacía tiempo que no leía un poema tan especial como este.
Es genial, de una belleza extraordinaria.
Saludos.
Gracias, LNJ, muchas gracias. La belleza extraordinaria es la de la Diana de Itálica... y la de la luna.
Has sabido plasmar esa belleza y transmitirlas con tu poema; mientras más lo leo más me gusta.
Felicidades, como dice el comentario anónimo, es espléndido.
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