(Epitalamio)
Al tiempo que el amor se hizo la luz:
resplandecía
Al tiempo que el amor se hizo la luz:
resplandecía
sobre un fondo de estrellas imantadas
el éxtasis del oro y de la aurora.
Ceremonia del gozo para incendiar la noche,
antorcha de laurel, ascua del lirio,
casulla radiante del silencio sonoro.
¡Ven, Himeneo, ven; ven Himeneo!
Hundidas las raíces en el éter
que suavemente roza al cáliz ígneo,
nace un lecho de plantas trepadoras,
de la nada germinan, del amor.
Tapiz para la cópula sagrada,
polen brillante para las anunciaciones.
¡Ven, Himeneo, ven; ven Himeneo!
Al altar del amor y de la luz,
al principio del ser, a la caricia
del tiempo y la materia,
a la conciencia,
de todo cuanto es, cuanto no es,
a la simple armonía
que da la Vida Eterna.
¡Ven, Himeneo, ven; ven Himeneo!
3 comentarios:
¡Estupendo! Esto hay que cantarlo.
Esta alta dicción, sostenida, limpia... me ha gustado mucho.
Muchas gracias, Jesús. Busquemos música.
Muchas gracias, José Manuel, ya va quedando menos para tu presentación en Sevilla.
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