lunes, 16 de julio de 2012

Patio de los Leones

Erguida la cerviz, amenazantes, impasibles al tiempo y la belleza, rodean los leones la bóveda del agua -dentadura feroz, guedejas encrespadas, sólo la mano del Califa los sosiega-. Un bosque de palmeras de alabastro multiplica la imagen de la estancia en los espejos cóncavos del aire. En torno de la fuente gira el cielo, surtidor de la luz y del espacio. Desde allí las noches estrelladas hacia el nadir fluyen como una caligrafía. Cuando la luna traspasa como un alfanje líquido a los temibles guardianes del zodiaco se escuchan los rugidos del silencio.



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