domingo, 19 de febrero de 2017

Céfiro


Hoy, como el pétalo de una flor prensada, acaso como una hoja de un otoño lejano, cayó revoloteando de las estanterías un marcapáginas con estos versos de Lamartine:


Naître avec le printemps, mourir avec les roses,

Sur l’aile du zéphyr nager dans un ciel pur,
Balancé sur le sein des fleurs à peine écloses,
S’enivrer de parfums, de lumière et d’azur,



....


Voilà du papillon le destin enchanté!

Que intento traducir más o menos literalmente así:

Nacer en primavera, morir entre las rosas
sobre el ala del céfiro surcar un cielo puro
y flotar en el seno de las flores que nacen
embriagada de aromas y de luz y de azul
...

He ahí tu (el) destino,  (de la) mariposa encantada.

Figuraba en el anverso está leyenda: Librería Céfiro.

Y ha sentido uno, al recoger el ala encantada de esta mariposa de papel una punzada de nostalgia en el corazón, porque la única librería del mundo que tenía su sitio en una calle con un nombre tan bonito como el de la leonesa "Virgen de los buenos libros", que inspiraba a los copistas de San Isidoro (otra vez, de Sevilla), cerró el mes de enero pasado.

Llevaba años frecuentándola, sobre todo en las mañanas triunfantes de los sábados, cuando, una vez al mes, llevaba a las niñas a nuestra querida Hermandad de la Soledad, en el apolíneo barrio de San Lorenzo.

Bajo la claridad de su rincón, donde la luz flotaba, había siempre un lugar para la poesía y no faltaban nunca, era su especialidad, libros de historia para surcar los mares, la ruta de las Indias, tan cerca el Centro de Estudios Hispano-Americanos.

Silenciosos, discretos, como los buenos libreros, artesanos en no romper la dorada calma de aquellos momentos, nunca había cruzado palabras con sus propietarios, más allá de la diligente transacción que por apenas un papel timbrado nos devuelve maravillas arcanas.

Incluso habiendo lucido en su escaparate mi vieja "Copa de Haendel" se puede decir que no los conocía y sí; como se conocen los naranjos y las piedras y los rostros amados de la ciudad. Fue con la ocasión de la publicación de "Gusanos de Seda" y gracias a la gentileza del poeta Lutgardo García, que creció entre sus anaqueles de América, habitual frecuentador y contertulio de aquel salón, cercano a su consulta  médica de la Gavidia, que al fin trabamos si no amistad, al menos confianza.

Ellos acogieron con cariño estos gusanos de morera, con ellos firmamos en la feria del libro y acudieron a la calle Sierpes a la presentación en el Círculo de Labradores, donde también y tan bien nos dieron casa (gracias, Rosario).

Suyo era el monopolio de esta seda, en la mejor caja de cartón del centro de Sevilla y ahora, cuando a mis pies ha caído esta ala de mariposa, con su polvo de oro y de tiempo, quiero agradecer al suave viento del Céfiro todo el cariño dispensado a estos versos que también querrían morir con las rosas, vueltos "papillons" en el aire puro de otra primavera.

Gracias, Eduardo, gracias Luis.



Voilà du papillon le destin enchanté!


Antigua librería Céfiro, en la Calle Virgen de los Buenos Libros.

2 comentarios:

Ana Recio dijo...

Precioso texto, José María.

José María JURADO dijo...

Muchas gracias, Ana.

 
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