Mi infancia son recuerdos de un bote de pastillas
y un huerto claro donde rondan los enfermeros;
mi juventud, veinte años atado en una silla;
mi historia, algunos casos que espantan al loquero.
Ni un seductor psicópata, ni un paranoico he sido,
ya conocéis mis torpes delirios de templario,
mas recibí la angustia que me asigno Sigfrido
y amé cuantos ingresos tuve hospitalarios.
Hay en mis venas gotas de zen serotonina,
pero mi verso brota de un receptor terpeno;
y, más que un yonki al uso, ansioso de endorfinas,
soy, en el buen sentido de la palabra, ajeno.
Adoro las terapias, y con falta de ética
corté las viejas fobias del huerto de Lacan;
mas no amo las síntesis de la actual genética,
ni soy un ave de esas del nuevo meditar.
Desdeño las romanzas de los australopitecos
y el coro de psiquiatras que cantan en la cuna.
A distinguir me paro la grifa de Marruecos
y fumo, solamente, entre las chinas, una.
¿Soy bipolar o ansioso? No sé. Dejar quisiera
de consumir la yerba por el doctor vedada,
famosa por la mano gentil que la ofreciera,
no por el orificio de blancura esnifada.
Converso con el cuerdo que siempre va conmigo -quien oye voces habla con más de dos al día-
mi "soliloco" es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la frenopatía. Y al cabo, nada os debo, debéisme cuanto grito a mi ansiedad acudo, con mis delirios pago la camisa de fuerza y el hospital que habito la depre que alimento y el diván donde yago Y cuando llegue el día del último viaje y esté al partir el ácido que nunca ha de tornar me encontraréis a bordo cargado de dopaje, tan colocado como los niños de papá.
¿Soy bipolar o ansioso? No sé. Dejar quisiera
de consumir la yerba por el doctor vedada,
famosa por la mano gentil que la ofreciera,
no por el orificio de blancura esnifada.
Converso con el cuerdo que siempre va conmigo -quien oye voces habla con más de dos al día-
mi "soliloco" es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la frenopatía. Y al cabo, nada os debo, debéisme cuanto grito a mi ansiedad acudo, con mis delirios pago la camisa de fuerza y el hospital que habito la depre que alimento y el diván donde yago Y cuando llegue el día del último viaje y esté al partir el ácido que nunca ha de tornar me encontraréis a bordo cargado de dopaje, tan colocado como los niños de papá.
"El grito", Eduard Munch |
5 comentarios:
Te ha quedado redondo. Viva Machado.
Te ha quedado redondo. Viva Machado.
Mil gracias.
jAJAJA, ¡Pobre don Antonio.. ¡qué humor tienes JMJ!
Hablando de parodias, te copio una que me solía recitar mi padre a un conocido cuplé reinventado como himno militar -no sé si la compuso él, pero en internet no la he encontrado-
Nadie en el tercio sabía
quien era aquel legionario
de aspecto patibulario
que en la legión se alistó
nadie sabía su historia
más la legión presentía
que aquel pájaro venía
escapado de prisión.
Y si alguno en el tercio le preguntaba
echando mano al cuello le contestaba:
YO he sido el rey de chulos
un amo entre los matones
pero a quien vaya con bulos
después de darle por culo
le reviento los cojones!
Gracias, Plasen.
Por cierto hasta hoy no vi tu comentario sobre el hiato en el último soneto (andaluz).
Sí, hay un filón en rehacer poemas.
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