Siempre los primeros días de curso las niñas y yo leemos Corazón antes de dormir, algún año incluso hemos llegado hasta casi la mitad porque los avatares de la vida cotidiana tuercen siempre los buenos propósitos.
Pocos libros llenaron tanto mi infancia como este, mi colegio en la ciudad antigua de Cáceres, acaso el suceso más importante de mi vida, era un trasunto del liceo de Turín del que nos habla Amici.
En el lejano San Antonio leí por primera vez estas historias dulces y tiernas que me enseñaron las probadas virtudes de la honradez, el sacrificio, la heroicidad y el compañerismo.
Qué importancia la de los maestros y profesores en la vida de un niño, qué profesión más grande y qué responsabilidad la de enseñar.
Hoy, que se acaba el colegio, hemos leído ya es una tradición, como todos los años el último capítulo que no puedo terminar sin lágrimas.
El patio de recreo se repite en cada centro de trabajo y no dejamos de ser niños, corred y abrazad a vuestros compañeros, pedid disculpas si os habéis enemistado antes de que llegue el verano arrasador.
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