viernes, 22 de junio de 2018

La luz con el tiempo dentro

Yo estoy convencido de que, como decía Borges que había dicho Unamuno, el tiempo fluye hacia atrás.
En las viejas fotografías tenemos una evidencia clara, aunque amarilleen, nuestro rostro y el de nuestros seres queridos aparece cada vez más joven. Apenas nos reconocemos en el rostro que un día fue el nuestro.
Asi, nuestra vida discurre hacia el origen y según avanzamos contra la corriente del tiempo, vamos acumulando no las sucesiones de difunto de Quevedo, sino el presente total de Eliot.
Puedo cerrar los ojos y evocar cualquier instante de mi vida volver al tiempo recobrado y proustiano, pero no por un sortilegio del aroma o la memoria, sino porque todo el tiempo está enteramente dentro de nosotros.
Quien muere ha vivido eternamente, pues vivir tiene su amanecer y su noche y todos los días son un día. Morir es renunciar "aparentemente" a la conciencia, pero la circunstancia es la misma para el joven o el anciano, nadie ha vivido más, solo se vive, como el tiempo que es siempre presente hasta que ya no lo es.
Al dormir, incorporamos la vida al recuerdo, el tiempo al tiempo. Al despertar renacemos como un reloj en su hora. Por eso los sueños se olvidan, aunque al levantarnos nos parezcan recientes, son solo registros de tiempo apuntes de la fugacidad, mientras el cuerpo y el espíritu se sincronizan.
Sí, viajamos hacia el origen, hacia la muerte profunda en la que el haz y el envés se encuentren como las guardas de un libro que súbitamente se cierra.
En el trance de la muerte se opera la disolución del tiempo, no su victoria, cuando llegamos al manantial desde donde fluye la conciencia y quedan abolidas las categorías kantianas del espacio y el tiempo.
Fuera de la flecha que rige las horas, sentados al borde del surtidor misterioso, podremos contemplar nuestra vida como una sola y gran obra, y a la vez gozaremos de la plenitud de contemplar todas las vidas y toda la vida.
Y eso será la armonía y eso será la eternidad y eso será Dios.

Gardenia en flor, JMJ 21 junio 2018

4 comentarios:

planseldon dijo...

Precioso texto. No solo por la forma, sino por el contenido. Para leer despacio y meditar sobre él. Se agradece en estos tiempos.

planseldon dijo...

Me inspiraste una pequeña reflexión, cuando puedas pásate por mi blog y la lees :-)

David Florián dijo...

Me encanta leerte, José María.

José María JURADO dijo...

Ahora vi vuestros comentarios Disculpad la demora. Gracias, amigos

 
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