domingo, 4 de noviembre de 2018

Sarracena



Qué sofisticada crueldad la de esta especie, una vez que el insecto, atraído por el néctar, cae en la trampa, ya no puede salir: sobre él se ciernen, como un muro infraqueable para el vuelo, las carnosas protuberancias que celan la salida. Si acaso intentara escapar trepando, en el borde mismo de la sima una suerte de brocal gomoso hará resbalar sus patas angustiadas y, más arriba, si todavía pasara, cientos de filamentos resbaladizos la arrojarían de nuevo a lo profundo. El pozo, colmado del agua de las lluvias, ahogará a la presa que, ya cadáver, será progresivamente deshecha por los jugos vegetales hasta la más completa consunción.

Cuando acerco mi oído hasta sus hojas escucho cómo lloran al fondo los poetas.


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