Ardía París, pero yo lo estaba ignorando, para vivir la realidad en plenitud salgo estos días sin móvil. Es una quimera, en la alta noche recuperaré el tiempo digitalmente perdido: el fuego sobre Notre Dame.
La Semana Santa es una teoría de hogueras, Lorca lo recordaba en su poema del cante jondo, "cirio, candil, farol y luciérnaga, la constelación de la saeta", es el fuego vivificador, la llama de amor viva, la luz que atraviesa las sombras de la ciudad.
El Cristo del Museo, encendido, es la alta aguja barroca de nuestro lunes gótico, arde su carne de madera en alta luz espiritual y no sabemos que en esa misma hora arde la catedral de la primera ciudad que cambió las Luces del siglo XVIII por el fuego devastador de la razón irracional.
También Sevilla ha conocido las llamas, las sombras de muchas imágenes espectralmente ocupa los pasos: cenizas del treinta y uno al treinta y seis, a los pies de los cristos, a los pies de las vírgenes en su secreto relicario.
Hermano fuego, hay que decir siempre con Francisco -Francesco-Francia- de Asís, el fuego siempre purifica, en la gran hoguera de Notre Dame, en los candelabros del Cristo del Museo, asciende una llama que consume y da luz.
Merezcamos la luz.
Lunes Santo, Notre Dame |
No hay comentarios:
Publicar un comentario