miércoles, 5 de junio de 2019

Eros (XIX) & Tánatos (XX)



Escuchando esta mañana a primera hora en la radio el preludio del Tristán he tenido una breve iluminación, no es extraño, porque esta música intensa y carnal, asfixiante a ratos, siempre es transfiguradora; el caso es que en el punto más álgido de esta epifanía he comprendido que está ópera de Wagner es, además, una profecía.
Que la conclusión del romanticismo desembocaría en Alemania en los delirios nacionalsocialistas es cosa sabida, pero lo que no sé si se ha dicho - seguro que sí porque no se me puede haber ocurrido solo a mí -, es que el siglo XIX, el del romanticismo fue el siglo del EROS (y sería fácil ampliar este concepto revisando la moral burguesa y el optimismo industrial) y que, en contraposición, pero como consecuencia ineludible, el siglo XX ha sido el de TÁNATOS.
Así, la ópera de Wagner - muerte por amor - sería una visión del siglo de muerte que se avecinaba y cuyos síntomas fueron prolijamente consignados en el diván del Doctor Freud.
La Gran Guerra y la Guerra Mundial, que son una sola, certificaron el Imperio de la muerte y, tras el hongo atómico, irrumpe el gran silencio existencial asfixiante. Toda la crisis moral de este patético siglo XXI, tan pobre en hallazgos y verdades, no es más que la consecuencia de un mundo al que se le ha extirpado el amor.


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