domingo, 8 de marzo de 2020

Domingo empoderado


Hoy, a pesar del coronavirus o las manifas -o precisamente por ello- era pecado quedarse en casa. Días como el de hoy acaso no se dieron nunca ni en el Paraíso Terrenal que el poeta Villasandino ubicaba en Sevilla.
Y es que nunca se ha visto una floración tan únanime del azahar, toda la ciudad al unísono reverbera con la sutileza de esta esencia imposible de apresar, porque estimula el alma antes que el olfato.
La gran nevada asiática se ha desbordado por los cuatro glaciares cardinales del Guadalquivir y como un hongo atómico el perfume del naranjo flota sobre la ciudad preservándola de la corona.
Ayer no le fue a la zaga, por la tarde estuvimos en las eternidades del compás de Santa Paula y hemos amanecido hoy bendecidos por la purísima carne del membrillo confitado.
Luego os pongo el álbum, hecho de pétalos de limonero y ala de mariposas. La mañana había amanecido rubia de luz y tanque de salmuera compartida en la espuma del día con mi querido y admirado ajedrecista lírico Raul Borondo Garcia
Hoy se ha completado el triduo Beethoveniano, con el Cuarteto número 14, Opus 131 (Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (Página OFICIAL), el que Schubert pidió escuchar en el lecho de muerte y en el que el genio de Bonn expresa el más alto agradecimiento a la divinidad por haberse recuperado de una enfermedad casi funesta.
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Antes de almorzar con Rocío y las niñas, brindando con coronas mejicanas, me di una vuelta por la Plaza del Museo y pude hacerme con una esplendidísima copia de esa obra cumbre de la cartelería sevillana en particular y del art noveau en general que es la radiante macarena en su palio que pintara Juan Miguel Sánchez en 1931, con toda la luz del Mediodía.
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A la tarde me refugié en la mejor terraza al aire libre de Sevilla, La Vespa Bermejales donde paro todas las semanas para leer, escribir o meditar inmerso en la multitudinaria muchedumbre festiva que tanto me recuerda a aquella venta de Eritaña que cantara Albéniz en su Iberia.
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Ebrio por el brandy y el estallido de los naranjos me ha parecido que el poniente morado del Aljarafe "coronaba" este domingo violeta "demorándose" como el sol de Josué ante la muralla de Jericó sobre las cumbres cuaresmales de San Juan de Aznalfarache y he cortado entonces esta rama de malvas, como la vara de un profeta o un San José empoderado, que de vuelta a casa ha querido perderse en las mediterráneas luces del gineceo griego de Alma Tadema.

Mañana solo es lunes, ¿qué puede salir mal?

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