Aún sopla en los ribazos de la orilla el viento cósmico que inflara las velas de los barcos fenicios.
Como un galeón varado en una isla del trópico, es de norte a sur su plano una imagen exacta del mapa de América.
Hay en su centro un laberinto de las mil y una noches y un rompecabezas de barbacanas góticas y ojivas medievales, antorchas y fantasmas, manuscritos de sombra.
La fortísima flecha de su torre apunta a la vía láctea y en la gran maquinaria de su bosque de piedra arde el espíritu.
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