La indecibilidad poética, que tanto atormentó a Juan Ramón
Jiménez (“No sé con qué decirlo/porque aún no está hecha mi callada palabra”) y
que constituye una de las obsesiones de la poesía simbolista, de
Rimbaud a Mallarmé, culminando en la insoslayable "Carta de Lord
Chandos" de Hugo von Hofmannsthal, es uno de los principales temas, si no
el principal, de la poesía de Bécquer.
Así expresa su incapacidad para la expresión -y curiosamente
fue esta rima “metapoética” la que pusieron sus amigos al frente de sus poesías
en la edición de 1870.
RIMA 11, I
Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.
Yo quisiera escribirle, del hombre
domando el rebelde mezquino idïoma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.
Pero en vano es luchar, que no hay cifra
capaz de encerrarle, y apenas ¡oh hermosa!
si teniendo en mis manos las tuyas
pudiera al oído cantártelo a solas.
Pero hay muchos más ejemplos de esta pugna por la expresión del canto:
RIMA 42, III
(…)
(…)
RIMA 62, V
(…)
RIMA VIII
En el mar de la duda en que bogo
ni aun sé lo que creo;
sin embargo, estas ansias me dicen
que yo llevo algo
divino aquí dentro
Incluso (o siempre) que aborda la temática amorosa está presente esta limitación de la lengua para alcanzar a transmitir una emoción que ha de alzarse necesariamente sobre la construcción de un símbolo, esa convención sin correlato en la realidad, solo en la psique.
Veamos el arranque de la RIMA 60, XV:
Cendal flotante de leve bruma,
rizada cinta de blanca espuma,
rumor sonoro
de arpa de oro,
beso del aura, onda de luz,
eso eres tú.
Tú, sombra aérea, que cuantas veces
voy a tocarte te desvaneces
como la llama, como el sonido,
como la niebla, como el gemido
del lago azul!
Las vagas enamoradas evanescentes de Bécquer son un reflejo
o son el mismo símbolo de esa incapacidad de apresar en el idioma la inasible
realidad.
¿Qué es poesía?
Menos romanticista de lo que podría suponerse, en su intución genial Bécquer está muy cerca del Wittgenstein que alcanzó la fórmula más precisa de esta indecibilidad en su célebre sentencia del Tractatus, "de lo que no se puede hablar hay que callar”
No, no es una mixtificación suponer que en el progresivo
adelgazamiento del lenguaje que Bécquer inyecta a la poesía en español se
anticipan, las poéticas del silencio.
Aquí radica, también, la grandeza de Bécquer, que sin embargo supo ceñir a la ley severa de la forma sus geniales intuiciones de orden platónico:
De vuelta a la RIMA 62, V
Yo soy el invisible
anillo que sujeta
el mundo de la forma
al mundo de la idea.
Yo en fin soy ese espíritu,
desconocida esencia,
perfume misterioso
de que es vaso el poeta.
Un vaso siempre a punto de rebosar o de romperse en el lenguaje.
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