lunes, 14 de diciembre de 2020

La grandeza de Bécquer (II)

La indecibilidad poética, que tanto atormentó a Juan Ramón Jiménez (“No sé con qué decirlo/porque aún no está hecha mi callada palabra”) y que constituye una de las obsesiones de la poesía simbolista, de Rimbaud a Mallarmé, culminando en la insoslayable "Carta de Lord Chandos" de Hugo von Hofmannsthal, es uno de los principales temas, si no el principal, de la poesía de Bécquer.

Así expresa su incapacidad para la expresión -y curiosamente fue esta rima “metapoética” la que pusieron sus amigos al frente de sus poesías en la edición de 1870.

RIMA 11, I

Yo sé un himno gigante y extraño

que anuncia en la noche del alma una aurora,

y estas páginas son de ese himno

cadencias que el aire dilata en las sombras.

 

Yo quisiera escribirle, del hombre

domando el rebelde mezquino idïoma,

con palabras que fuesen a un tiempo

suspiros y risas, colores y notas.

 

Pero en vano es luchar, que no hay cifra

capaz de encerrarle,  y apenas ¡oh hermosa!

si teniendo en mis manos las tuyas

pudiera al oído cantártelo a solas.


Pero hay muchos más ejemplos de esta pugna por la expresión del canto:


RIMA 42, III

(…)

Ideas sin palabras,
palabras sin sentido,
cadencias que no tienen
ni ritmo ni compás.

(…)

RIMA 62, V

Espíritu sin nombre,
indefinible esencia,
yo vivo con la vida 
sin formas de la idea.

(…)

RIMA VIII

En el mar de la duda en que bogo 
ni aun sé lo que creo;
sin embargo, estas ansias me dicen
que yo llevo algo
divino aquí dentro

Incluso (o siempre) que aborda la temática amorosa está presente esta limitación de la lengua para alcanzar a transmitir una emoción que ha de alzarse necesariamente sobre la construcción de un símbolo, esa convención sin correlato en la realidad, solo en la psique.

Veamos el arranque de la RIMA 60, XV:


Cendal flotante de leve bruma,

rizada cinta de blanca espuma,

rumor sonoro

de arpa de oro,

beso del aura, onda de luz,

eso eres tú.

 

Tú, sombra aérea, que cuantas veces

voy a tocarte te desvaneces

como la llama, como el sonido,

como la niebla, como el gemido

del lago azul!

 

Las vagas enamoradas evanescentes de Bécquer son un reflejo o son el mismo símbolo de esa incapacidad de apresar en el idioma la inasible realidad.

¿Qué es poesía?

Menos romanticista de lo que podría suponerse, en su intución genial Bécquer está muy cerca del Wittgenstein que alcanzó la fórmula más precisa de esta indecibilidad en su célebre sentencia del Tractatus, "de lo que no se puede hablar hay que callar”

No, no es una mixtificación suponer que en el progresivo adelgazamiento del lenguaje que Bécquer inyecta a la poesía en español se anticipan, las poéticas del silencio.

Aquí radica, también, la grandeza de Bécquer, que sin embargo supo ceñir a la ley severa de la forma sus geniales intuiciones de orden platónico:

De vuelta a la RIMA  62, V

Yo soy el invisible

anillo que sujeta

el mundo de la forma

al mundo de la idea. 


Yo en fin soy ese espíritu,

desconocida esencia, 

perfume misterioso

de que es vaso el poeta.


Un vaso siempre a punto de rebosar o de romperse en el lenguaje.

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