miércoles, 16 de diciembre de 2020

La grandeza de Bécquer (III)

Pero si hay algo en lo que Bécquer es específicamente grandioso es en su inspiración. En sus textos y poemas hay siempre una visión trascendente, platónica. A través del sueño o de la imaginación se remonta a zonas desconocidas, más allá de la Caverna. De suerte que, luego ya en la tierra, traía esos versos que son como arquetipos, esas estructuras rítmicas pre-existentes, que él solo ascendió a contemplar y dar a conocer. García Viñó y Montesinos hablaron del esoterismo becqueriano, el segundo comentaba asustado la extraña capacidad de Gustavo Adolfo para cruzar la línea de sombra.

"Estoy a punto de hacer el gran viaje", así se despidió de sus amigos pocas semanas antes de morir, siendo acompañado en su ascenso a los cielos por un eclipse total de sol.

Sí, esta es la idea del poeta como vate o sacerdote, tan romántica y probablemente tan perjudicial para la propia poesía convertida en vaso de oro de lo sagrado, pero, ¿cómo se explicaría si no que nuestro poeta diera con estos versos que todos conocen sin haberlos conocidos?

Versos que al ser pronunciados provocan el acorde cernudiano: El instante —escribe Cernuda— queda sustraído al tiempo, y en ese instante temporal se divisa la sombra de un gozo intemporal, cifra de todos los gozos terrestres, que estuvieran al alcance.»

 

Yo sé un himno gigante y extraño                          

que anuncia en la noche del alma una aurora

 

No digáis que agotado su tesoro,                            

de asuntos falta, enmudeció la lira;

 

Como la brisa que la sangre orea

 

Del salón en el ángulo oscuro

 

Los invisibles átomos del aire                    

en derredor palpitan y se inflaman;

               

Yo soy ardiente, yo soy morena,                             

                yo soy el símbolo de la pasión; 

 

porque son, niña, tus ojos                          

                verdes como el mar te quejas: 

   

Tu pupila es azul, y cuando ríes

Hoy la tierra y los cielos me sonríen

Cuando sobre el pecho inclinas                

                la melancólica frente,   

¿Qué es poesía? -dices mientras clavas

Cuando en la noche te envuelven                          

                las alas de tul del sueño              

Por una mirada, un mundo;

Despierta, tiemblo al mirarte;                   

                dormida, me atrevo a verte;

        

Los suspiros son aire y van al aire.


Tú eras el huracán y yo la alta                   

                torre que desafía su poder:       


Cuando me lo contaron sentí el frío                       

                de una hoja de acero en las entrañas;   

 

Como se arranca el hierro de una herida

 

Olas gigantes que os rompéis bramando

 

 Volverán las oscuras golondrinas

 

Qué solos se quedan los muertos.

 

donde habite el olvido,

 

alegre la tristeza y triste el vino.

 

No dormía; vagaba en ese limbo

 

pero sé que conozco a muchas gentes                 

                       a quienes no conozco!         

Son 25, de entre las 79 rimas de 1871 y porque he parado ¡25! ¿Qué poeta reúne entre sus textos tantos números uno, tantos blocksbuster? Que sepamos, Lorca, Machado, Lope, Juan Ramón…

 

Ahí es donde está Bécquer y esta es su única y genial grandeza.




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