Cuando se investiga el siglo XIX una fuente de información primaria es el teatro y la Zarzuela y, si estamos interesados en los usos y costumbres, en la vida cotidiana de la época, el siempre mal llamado género chico (denominación que se refiere en rigor a las zarzuelas de una hora de duración como La Verbena de la Paloma y que permitían una mayor explotación comercial de los teatros) funciona como una máquina del tiempo.
Es como estar allí, en lo que hace veinte años era el siglo
pasado y ahora es ya época e historia.
Hoy se estrena, con pandemia y todo “Luisa Fernanda” en el
Teatro de la Zarzuela en Madrid, donde estará hasta el 14 de febrero, pero estamos
encerrados tras los muros de Sevilla y acudir a la zarzuela (injustamente me parece a mí) no
tiene carácter de actividad esencial, como si la tiene, por ejemplo, ir a jugar
un partido de cualquier deporte y división por subterránea que sea.
Luisa Fernanda es de los años treinta, el gran éxito de
Federico Moreno Torroba, es una de las últimas, sino la última Zarzuela
gloriosa, y escojo este adjetivo deliberadamente pues sucede, justamente sesenta
años antes de su estreno, durante la revolución Gloriosa de Septiembre de 1868
que destronó a Isabel II.
Nos habla pues de recuerdos, de sucesos que ya empezaban a
estar lejanos, pero que habían sido los más dramáticos de la reciente historia
y que muchos aún habían vivido de niños. Con la Guerra Civil todo esto pasó a mejor vida y dejó
de estar en nuestra cinematografía y novelística, pero algún día se retomará.
Era como ver otra maldita película de la guerra civil en los
años noventa, pero cambiando a Alfonso XIII por Isabel II y a Prim o Sagasta por
Azaña.
En esto ando parcialmente yo ahora con la obra de teatro
becqueriana en la que estoy inmerso (y que me ha llevado a escuchar -¡qué descubrimiento! mucha zarzuela),
pues la vida de Gustavo es coincidente con toda la agitación política de la
época.
Lo mismo que Gustavo y Valeriano se exiliaron a Toledo aquí
los protagonistas se exilian a la provincia de Cáceres, y -para quienes tenemos
raíces y vivencias extremeñas y madrileñas- la visión de la dehesa en el teatro
no deja de ser una experiencia entrañable.
No es música profunda, pero sí música bella, muy bella con un punto de dulce inocencia que la hace deliciosa, es nuestro pasado, nuestra
memoria histórica, son recuerdos y canciones que dicen la patria, como este “¡Ay, mi morena!”, que todo el mundo (mejor dicho, en otro mundo) todo español se sabía de
memoria y que tanto he escuchado yo cantar a mis padres.
2 comentarios:
Por si no lo conoce, le recomiendo un estupendo libro de José Luis Temes: El siglo de la zarzuela. Un profundo estudio sobre la zarzuela, documentadísimo y muy ameno: quinientas páginas, ni una ilustración, y más que leerlo, se lo bebe uno.
Mil gracias, hoy he escuchado a José Luis Temes en radio clásica. Me sonaba, pero con esto que me indicas se cierra el círculo.
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