Tomo la cita del artículo de Enrique García-Máiquez del otro día sobre la guerrilla cultural:
Esto me venía pasando por católico y por taurino desde que tengo uso de razón conservadora, pero lo que no me había sucedido hasta la fecha es que el párrafo se divida en dos según de dónde venga la impugnación:
1. La izquierda caviar te suele venir de este palo.
«¿Cómo alguien con tu exquisita sensibilidad puede sostener estas ideas?», «Te tenía por persona más cultivada…».
Esto más o menos lo tengo controlado, porque llevo en ello toda la vida y como tampoco aspiro al Goya, miro al cielo y recuerdo eso que decía Auden de Claudel: "se salvará porque escribía bien".
¡Ojalá! Aunque la verdad es que me da lo mismo, al escritor conservador no le perdonan nunca sus ideas, al de izquierdas, sin embargo, se le perdona que no escriba bien y hasta las faltas de ortografía.
2. La novedad, curiosamente, viene de la derecha camorrista y reconvertida, la que aplaudía a Ánsar y la cup of cafe con leche, que te vienen con eso de:
«No esperaba de ti que pensases así», «Qué decepción»
Eso de entrada, luego te hacen repaso del Papa, de Francisco y del nuevo, que espera el turno, de la Conferencia Episcopal y de la cosa islámica (que yo mire por donde mire no veo que sea un problema en España de nada, más grave me parece la pérdida de virtud de los supuestos católicos). Así, últimamente, los guardianes de la parroquia, firme el ademán y reinventando la historia de la derecha de España que, por ejemplo, siempre fue amiga de los países árabes y no reconoció nunca a Israel, te montan un auto sacramental que nunca ha visto que le hagan ni a los caviaritas ni a los libres e iguales y ciudadenes agnósticos y materialistas que figuran en sus cuadros de mando de opinión reconvertida (sí, toda esa tercera España tan partidaria del aborto que está en los think tanks neocoon)
Y uno se dice, ¿y estos por qué no se pegan entre ellos y nos dejan en paz a los demás?
El caso es que hable de lo que hable tarifico con alguien, incluso haciendo humorismo.
Aquí cualquier pecador de la pradera se pone la vestidura talar de la superioridad moral y vienen a decir lo que antres no se atrevían, pero ya pensaban:
-> ¡Fascista!
Y, esta otra que es la mejor, porque es nueva.
-> ¡Ya sabía yo que tú eras rojo de la cáscara amarga!
Como si no fueran verdad a la vez estas dos cosas: que lo de Israel es una masacre y lo de la flotilla una batukada siniestra.
O que ambos les importan lo mismo los palestinos que los cristianos de Nigeria.
En, fin con cariño para ambox este soneto de mi primer libro, "La memoria frági", que entonces se titulaba ESPAÑA y habría ahora que retitular:
EXPAÑAX
Quijada de Caín, bárbara España,
astifina de odio. Un sol de insidia
descuartiza los mapas la perfidia
flamea en el raíl de tu guadaña.
Te repudian tus hijos, madre extraña,
erial de iniquitud, corral de envidia,
en ti no hay redención, toro de lidia,
derriba, empuja, embiste la entraña.
En paisajes levíticos levitan
tenebrosas aéreas catedrales
y los campos iberos se marchitan:
Tierra roja, amarillos secarrales
donde los huesos de la tribu gritan
funerarias consignas radicales.
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