Ciprés y palisandro,
potrillo de madera taraceada,
clavijero de dientes y cabeza partida,
brida y freno del llanto.
Una azumbre de vino y una baraja rota,
la mano tabernaria sobre las crines tersas,
el relincho cubista de la alborada gris.
Al borde del barranco,
el trémolo del naipe y de la gruta,
al borde del barranco,
el agua clara:
una Alhambra prendida de cristal en las cuerdas,
un manantial punzado por navajas y pitas,
el alma rasgueada de la patria.
Guitarra,
caballo de los blancos desiertos españoles,
Rocinante vencida que cabalgas
-solitaria y fatal-
bajo la luna.
(Una Copa de Haendel, Siltolá 2013)
Imagen: Pablo Pámpano |
1 comentario:
Merecido homenaje
Un saludo
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