La noche del sábado pasado nuestro amigo Luis Fernández nos llevó a ver las estrellas al Aljarafe, quede como recuerdo este poema de circunstancia, siendo la circunstancia que jamás podremos olvidar cómo vimos los anillos de Saturno.
Saturno, 23 de agosto |
Lección de Astronomía
El telescopio
como una pipa de opio
que fumáramos por turnos
hendía el cielo nocturno
con ímpetu de trombón.
con ímpetu de trombón.
Las estrellas de neón
rugían desde el abismo
[-para abismo, el de uno
mismo
como avisara Pascal-],
y bajo el cielo orbital
el eco de un cataclismo
refutaba el ateísmo:
tocan Dios y su big band,
fuera el mecanicismo.
No solo el swing del big
bang
miramos por la mirilla:
el firmamento en Sevilla
tiene un color espacial.
El catastro de los
astros
como astrónomos caldeos
listamos uno por uno
no mejor que Zoroastro
ni peor que Galileo
(¡música de "2001"!).
El taciturno Saturno,
el arzobispo planeta,
nos daba a besar SU anillo
(¡lejos Frodos y Sigfridos!)
con sabor a Peta Zeta
y a cine de serie B
cuando Dios era Yahvé,
Charlton Heston, su
profeta.
[Me equivoqué de sesión:
yo vi en fase de
ataraxia
“La guerra de las
galaxias”,
¡qué magnífica explosión!
Esa Estrella de la Muerte,
tan semejante a una @,
plena de materia inerte
igual que una supernova].
Vimos varias nebulosas,
estrellas dobles,
gigantes,
luengos cúmulos errantes
con forma de mariposa…
En fin, un sin fin de
cosas
que no habíamos visto
antes.
Aunque no vimos la luna
que era nueva y no salía
hasta después de la una:
¡cosas de la astronomía!Selfie astronómico, 23 de agosto |
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