viernes, 8 de mayo de 2020

Diario del Año de la Peste LV ("Bailar pegados")

Bailar de lejos, no es bailar, es como estar bailando solo, y lo mismo me parece a mí la "distancia social", -un concepto tan aterrador como el de la nueva normalidad-  que nos quiere convertir a todos en Michael Jackson, enmascarados e intocables.

Por un error de intendencia hoy he estado viendo el telediario vespertino de la Sexta, (lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a suceder -Juan Carlos dixit), y me he dejado adoctrinar un rato por el Gran Hermano (el Gran Marlaska). La distopía que intentan normalizar es peor que la pandemia. En directo han denunciado que las familias se estaban felizmente bañando en la Playa de la Concha y la policía (un algo desganada, pero forzada por las cámaras) ha desalojado a la poca gente feliz que allí se holgaba. 

Luego han mostrado el protocolo hotelero: todo de una asepsia dolorosa, sin buffet ni mini bar viajar no trae cuenta. Tanta desinfección es peor que el virus. No se puede tratar a la gente, camareros, recepcionistas, dependientes, como si fueran un mando a distancia.

El hombre o es social o no es. Siglos de infierno y religión no impidieron la alegre propagación de las enfermedades venéreas, que solo detuvieron los antibióticos y el látex. De nueva normalidad los del Sida saben mucho y si hasta los del porno se organizaron para rodar sus películas sin máscaras, yo me supongo que toda esta parafernalia no es más que la cáscara, el teatrillo de las fases.

En realidad lo único que justifica esta inmensa escenificación es que, mientras no haya vacuna, los hospitales aguanten el embate. Por lo demás esa irritación contra las masas que libremente se saltan la imposible separación (son jóvenes, son inmunes) choca contra la realidad que es la que siempre ha sido, la del vivo al bollo y el muerto al hoyo.

A quien quiera distanciarse socialmente  más le vale vivir confinado extremadamente, porque -como los semáforos en rojo o los pasos de cebra (quien esté libre de pecado que se quite la mascarilla)- la distancia social ya se la ha saltado un número suficiente de gente como para que cualquier otro esfuerzo resulte superfluo, mientras los hospitales aguanten.

A mí me parece que evitando las grandes concentraciones y el tema de los transportes, por la ley de los grandes números, tanto da un duetto como un trío, que se junten diez o cincuenta.

No existe la muerte cero: la cercanía social se suma a las actividades estigmatizadas, como fumar, beber o comer pantagruélicamente.

En la nueva normalidad, todo lo que me gusta es ilegal, es inmoral o produce covidia.

Nadie puede evitar el virus, como no se puede evitar que te caiga una maceta por la calle o que te venga de frente un kamikaze sino es quedándote en casa:

Tu bailando en tu volcán
Y a dos metros de ti
Bailando yo en el polo

Todo es cuestión de probabilidad y la probabilidad también es una ciencia. Durante un par de semanas, mientras consolidamos la fase uno y hasta alcanzar los encuentros en la tercera fase le seguiremos la rueda al gobierno, y luego -ya con las calores, nuestra balada va a sonar- probar el arte de volar.

Y que la vida siga su camino.

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