viernes, 1 de mayo de 2020

Diario del Año de la Peste XLVIII ("No es esto")

La forma es el fondo. En política, más. 

Las declaraciones de la derecha explosiva, que organizó, no se olvide, también un mitin el ocho de marzo -¿no era su obligación no creer al gobierno?- han rozado umbrales de demagogia difícilmente tolerables. 

Habrán echado sus números y probablemente les traiga a cuenta cargar la suerte en el proverbial cainismo español. Habrá que insistir en lo obvio: el gobierno no diseñó el virus ni tampoco se lo ha inyectado a los españoles. 

Que la gestión de la crisis esté siendo lamentable no justifica la naturaleza casi letal de algunos mensajes. Lo van a pagar caro, probablemente no en número de votantes, que también, sino en la "calidad" del voto, es decir el de quienes -sin ser extremistas- vieron con agrado un discurso contrario a la corrección política, al feminismo maximalista y a la desvertebración nacional, al tiempo que miraban para otra parte en cuestiones como la inmigración o el liberalismo neocoon y que tan mal casan, por ejemplo, con el catolicismo social español.

Este catolicismo tampoco habrá aprobado (o no debería aprobar) la falta de respeto hacia el Vicario de Cristo, quien -más allá de sus afortunadas o desafortunadas declaraciones políticas o económicas (en Italia lo llaman papagayo)- ha dado en esta crisis una dimensión dolorosamente espiritual ante el sufrimiento de una tierra que gemía con dolores de parto, con las celebraciones pasionistas ante una plaza de San Pedro vacía como el corazón de algunos.

Hay, además, un gran cinismo en algunas posiciones que solo buscan explotar los sentimientos más inmediatos y tribales. Sin ninguna garantía, a cambio, de que ellos lo hubieran hecho mejor solo por portar mascarillas paramilitares, de esas que acaso si derrotan al virus lo harán por miedo.

Más miedo. 

Sucederá con esta formación lo mismo que con la que, al otro lado del espectro, creció al albur del movimiento del 15M hasta descubrirse, ya sin trampa ni cartón, su esencia bolchevique y chavista -dacha incluida- con toda su retórica trotskista-leninista que nos llevaron ayer mismo a escuchar amenazas de matarifes en el congreso, impropias de este tiempo, y que nos sonaron a la que dicen (Tarradellas, Madariaga) que dijo Pasionaria contra Calvo Sotelo "este hombre ha hablado hoy por última vez".

Con tantas personas que sufren, que han muerto y han perdido sus trabajos los españoles no nos merecemos estos espectáculos. Promover caceroladas cuando lo poco que nos une es un débil aplauso a las ocho y enseñar a los niños -que de ese momento hacen una fiesta- que existen más causas que la derrota del virus no es el mejor camino. Estas actitudes solo contribuyen a hacerle el caldo gordo al presidente, que, como él mismo ha admitido en sede parlamentaria al asumir toda la responsabilidad de su gestión es, para desgracia suya, nuestra y la de su partido (véase la rebelión de Aragón), el principal problema que tenemos para salir adelante.

Os lo dijo Unamuno, al que yo "rectifico" con un giro orteguiano: no es esto, ni venceréis, ni convenceréis.

1 comentario:

José María JURADO dijo...

Tu opción es la mejor, has tomado la mejor parte. Salir del ruido es lo único que salva el alna, Que Dios te bendiga.

 
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