Son pétalos del tiempo,
teselas del mosaico de la historia,
teselas del mosaico de la historia,
de una historia que abarca
apenas siglo y medio
de horror y resplandores.
Reflejan una forma
de concebir el mundo
con voluntad política,
y siendo portadores
de dichas y pesares
resisten el embate de los años
por la fragilidad
que les ha sido conferida de lo alto
y que otros llaman belleza.
En su herbario de sombras
y lápidas en hilera
duermen el sueño de los justos
aguardando la mano
y la lupa de nieve
que los vuelva a la vida.
Son pecios de un naufragio,
banderas de otro mundo,
billetes de un tranvía que conduce
más allá del tiempo o del espacio
más allá de los sueños
no sabemos adónde.
Imagen: 1937. Autogiro de De la Cierva. Edifil 689
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