miércoles, 2 de diciembre de 2020

Me pregunto

Contemplando cómo desciende la curva, tan callando, tras dos o tres semanas con todo a medio gas, es oportuno, es nuestro deber y salvación hacerse la pregunta:

¿Era imprescindible un confinamiento extremo tan salvaje que obligaba a hacer convivir a acosadores y acosados e impedía que los niños vieran el sol o que diéramos un paseo?
¿Y no por quince días -que era lo que todos esperábamos- sino hasta el 2 de mayo que se pudo salir una hora?
¿O fue hasta que hubo mascarillas, sin las cuales nos mandaron al matadero de los supermercados?
No vale decir: no sabíamos lo que era, no quedaba otra, porque aun cuando esto es cierto la humanidad jamás había reaccionado de forma tan estricta ni a la Peste Negra.
Ningún país de Europa impidió que la gente se desfogara haciendo deporte o que saliera al campo.
¿Y no hay que suponer que es en ese confinamiento duro donde está el origen de la segunda ola, por cuanto la gente ha delegado en el gobierno -en los dieciocho gobiernos y dos ciudades autónomas -qué se puede y qué no se puede hacer?

No hay comentarios:

 
/* Use this with templates/template-twocol.html */