sábado, 2 de octubre de 2021

La música extremada

Es la una de la madrugada.

Mañana tengo que participar en una mesa redonda en Hervás, a tres horas y media de coche de mi casa.

Pero, ¿quién querría acostarse hoy sin hacer la crónica?

Hoy, cuando ha entrado en erupción el volcán de la Maestranza y el magma ardiente, fucsia y gualda del capote de Morante ha escrito el pasaje más precioso del toreo de capa. Lenta como la lava la verónica, grácil y piroplástica la tijerilla.

Hoy, cuando en la inmensa colada de la muerte, elevado a los cielos del Yiyo y de Gallito, ha renacido de las cenizas rosas de su vuelo el ave fénix de una muleta ígnea y el rayo azul de una estocada de atragantamiento y resurrección.

He visto todas las corridas de Morante de la Puebla en Sevilla. Hoy ha sido su tarde más alta.

Hemos revivido la agonía del 2007 cuando se fue al portón de chiqueros, porque -así sucedió también en los seis toros de Madrid en la Beneficiencia- si la desesperación nubla la frente de Morante, una rabia dionisíaca la despeja.

Y entonces fue la locura.

Recibió al toro de rodillas, pero para demostrar al peruano Roca Rey y a las talanqueras pueblerinas de sol y sombra, que de rodillas solo hay que ponerse para rezar a la Virgen del Baratillo, ante Dios o ante la historia.

De rodillas ante la historia de la tauromaquia resumida en una faena inmortal.

Un galleo de siglos y un trasteo para la eternidad.

Esta faena crecerá con el tiempo hasta hacerse estatua de bronce junto a la de Curro y Pepe Luis, por arte, por técnica, por pasión, por arrebatamiento...

Quien quiera ser torero que la estudie y la revea un millón de veces: cómo se trastea por bajo con gracia y duende, cómo se enseña a un toro a embestir y cómo hay que enrabietarse y hacer un desplante que asuste tanto al animal que quiera vengarse buscando la ingle y sea inútil.

No era sencillo ni claro, en su cabeceo y sus tres cuartos de viaje, el juampedro y Morante lo metió en la canasta a base de emoción y de angustia, pero sobre todo de valor, de un valor inconmensurable, se puso donde dicen que se ponía José Tomás de quien ya nos hemos olvidado.

En una era de mediocridades en todos los ámbitos acontece con Morante lo que veo que sucede en todas las artes: mientras todos lo hacen peor que nunca hay uno -al que nadie entiende- que lo hace mejor que jamás.

En honor a esta faena jamás debería volver a sonar la banda de Tejera en el último tercio, que no está mal que la Maestranza se madriñelice un poco. Cuando quiso sonar Morante -como el emperador de los toreros- la mandó callar y se apagó en un chimpún ridículo, como diciendo "porque tú no has querido".

Pero era la banda quien no se enteraba de nada, ¿qué música hace falta cuando suena atronadora la música callada, la música extremada del toreo?



IMAGEN: Juan Carlos Muñoz, Diario de Sevilla. 

(https://www.diariodesevilla.es/2021/10/01/galerias_graficas/imagenes-triunfo-Morante-San-Miguel_1615949910_144744023_667x375.jpg)




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