lunes, 31 de enero de 2022

El diablo viste de Prada

Las grasientas opiniones que sobre los más diversos temas emite, sustentadas siempre sobre el tridentismo más recalcitrante, uno de nuestros más orondos autores me han producido siempre una reacción en la que se mezclan la irritación, la estupefacción y la pena más profunda. Que esa sea, para tantos, la voz oficial de los católicos -cuando basta un vistazo a sus libros para comprobar que sus sórdidos mundos están exentos de la gracia y de la pietas cristiana- me entristece mucho. Creo que es un mecanismo más de "El patillas" que decía Valle Inclán del amo del tridente (tridentino) para extirpar a Jesús de Nazareth del mundo. Claro, sus artículos no son objetables respecto al dogma, pero están infinitamente alejados de la verdad que es la vida, porque sirven a otros propósitos, como quien atiende a un negociado en el que surte al público las soflamas en que no cree. 

La belleza del cristianismo no aparece jamás en su escritura sino de forma oblicua como un cuerno que buscara embestir, jamás como la mano que acaricia y sustenta. 

Con la cuestión de las vacunas, jamás imaginé que el antivacunismo llegara a tener tantos voceros, la cosa ha llegado a tales límites que uno ve con perplejidad cómo algunos medios sedicentemente católicos han adoptado esta posición, que tan flaco favor hace a la conciliación de la fe y la razón que propugnaba Benedicto XVI. 

A lo mejor son estos los falsos profetas. 

Ojalá me equivoque, pero me parece que el Diablo viste de Prada.


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