miércoles, 19 de junio de 2024

¡Splash!

 ¡SPLASH!


Sobre la pereza de ir a la piscina hemos hablado muchas veces.

Una pereza singular, sobre la más amplia que alcanza a todo el verano, es la del primer chapuzón.

El primer día de piscina es una discontinuidad en el espacio tiempo y la conciencia intenta nivelar procesos no siempre coincidentes: fin de curso y exámenes, horarios de verano, etc.

Después de la primera inmersión, el mundo cambia.

Como el bautizo se trata de una resurrección.

De la fundación de una ciudad.

Del nacimiento de un ser humano nuevo.

La ruptura de la crisálida y el surgimiento del Zaratustra Veraniego.

No hay agradecimiento suficiente -algo parecido sucedió el año pasado- al cambio climático de junio que con este tiempo británico nos alivia de decidir.

Sí, es cierto que ya estamos pagando la gran cuota de junio, ¿pero quién no pagaría por este frescor?

Estas mañanas otoñales, de setas y chimenea (en lugar de flores y baños), son impagables.

Una cosa que nadie me aclara es, si está cambiando el clima, ¿en qué sentido va?





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