"Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron
que todo lo ganaron y todo lo perdieron.
Tengo el alma de nardo del árabe español."
Manuel Machado
El católico, pero divorciado, Abascal -pese a su rostro anguloso de visir-, no debe de leer mucha poesía.
Ni siquiera la de los poetas pretendidamente franquistas y ahora recuperados por Alfonso Guerra para el imaginario universal español.
Molesto por la cosa de Jumilla, él, que tampoco ha leído eso de la Biblia de "no oprimirás al extranjero, porque extranjero fuisteis en la tierra de Egipto", cuestión que vulnera por cierto derechos fundamentales, ha perpetrado una referencia a la pederastia en la iglesia, en la que se ha terminado por igualar a la hez de los medios antieclesiásticos.
En fin, huidos los liberales, escapados los conservadores, asustados los reaccionarios, perdida la referencia de Meloni y en manos de Orban y de Putin me parece que ese partido, que cuando lo de Morante y los toros o el juez Serrano y su oración por Francisco de Asís en el Parlamento Andaluz tenía sentido, como la tenía su homónimo navarro UPN, se ha convertido en lo peor de la partitocracia española a la que pertenece por propia vocación: la del poder de manejar las cuotas, las listas, el cortijo, "EL PARTIDO", uber alles, que es el cancer de las ¿democracias?
Quiso la casualidad que pudiera escuchar en Los Bermejales una reunión de los patriotas en la que la jefe de la cosa suya se disculpaba una y otra vez de las injustas decisiones tomadas "desde arriba", donde "alguien que irá en las listas" tenía ojeriza a la claque sevillana. Pánico tenían de ser fusilados en los listados sevillanos que se hacen en Madrid, o en un despacho en Bruselas...
Porque al final son las formas, reflejo después de todo de las ideas, las que determinan la aberración que muchos católicos pueden sentir hacia un partido que, con ADN del PP, ha retrocedido hasta convertirse en el partido de la chusma.
¿Qué es la chusma? Todo aquel que sin formación, sin cultura, o con ella, que es todavía peor, presenta soluciones demagógicas, mesiánicas, conspiranoicas y en esencia falsas.
Huidos de las instituciones, a Vox se le puede incluso reprochar su incapacidad en la DANA de Valencia pues atendiendo a su sedicente capacidad, de haber estado en el gobierno de Valencia habrían salvado vidas, de suerte que a su crítica de aquello solo cabe replicar, ¿por qué os salistéis de ahí?
Hay luego un nota en Europa que solo escucharlo recuerda a la peor caricatura de Musolinni y no entiendo uno cómo teniendo amigos y familiares inteligentes y formados no se dan cuenta de que hay que salir de ahí.
Entre un partido que apenas lleva diez años y una iglesia, como la española, que lleva veinte siglos, la comparación está de más.
Tampoco entiende uno que la preminencia de un partido vetero-católico, con apoyo de de órdenes católicas lo lidere un divorciado, bajo la especie de "la vida moderna es muy compleja" o "no te metas en la vida de cada quien no te vaya a pasar a ti", porque esa misma excepción que es la de "quien esté libre de pecado que tire la primera piedra", vale para cualquiera que se arroja al mar en una patera, es decir, yo no querría ser "ilegal", pero la vida no me ha dejado otra...
Gran cinismo el de la dirección de este partido que -en el fondo y según lo que conocemos, presuponemos y hemos visto- no piensa así individualmente, pero adopta la simplificada posición de las redes sociales en lugar de construir un futuro sólido para España retornando al seno del Partido Popular o al menos usando la razón o la fe.
A ningún votante del PP -eso a los que los de Vox, que en muchos casos lucen el carné de la gaviota juvenil y la ambición eterna del cargo, llama "peperros" (siempre les ha dado más miedo confrontar a los comunistas -sus semejantes- que a sus hermanos de armas)- le agrada en su conjunto el partido de Feijóo porque está hecho, como todos los partidos españoles, de españolez, burocracias, acarreo de mediocridades y todo lo que desde el siglo XIX implica la marca España bipartidista, o sea el 50% de lo peor.
A los votantes del PSOE les pasaba lo mismo, pero mal que bien, la cosa alternante, como en tiempos de Cánovas encauzaba el sistema, que no siendo lo mejor, permitía olvidarse y a otra cosa.
España solo funciona bien así, con dos partidos alternantes y la individualidad operativa. Las minorías en España solo han traído el carlismo, las guerras cantonales, la guerra civil, la ETA o los procesos de Burgos y el estatut.
Pero en estos tiempos en que el partido de la rosa ha tomado la deriva tropical de ZP no parece que la conformación de una derecha desunida sirva para mucho.
El famoso voto en conciencia queda emplazado por la realpolitik: "tú puedes dormir tranquilo votante de vox, pero tu voto no habrá mitigado ni una sola de las políticas de la izquierda radical, pero Dios te perdona".
Me parece que Abascal ha traspasado un umbral que los bautizados que hemos seguido acompañando a la Iglesia con Juan Pablo, con Benedecito, con Francisco y ahora con León, a sabiendas de que el mundo nos culpaba de una realidad dolorosísima cuyo origen era social y transversal -no estrictamente católico-, no merecemos.
Si sueño es el de una Iglesia Medieval que ignora otras confesiones allá él y el auto sacramental donde lo quemen por divorciado.
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