Durante la tregua pagana de las pasadas Olimpiadas Rusia invadió a la inerme Georgia en una acción militar que se saldó con cerca de dos mil muertos y que fue una perfecta puesta en escena de una Unión Soviética corregida y ampliada.
Durante la tregua cristiana de la Navidad el Estado de Israel ha perpetrado una matanza desproporcionada e indiscriminada que culmina esta noche con la invasión de Gaza.
Ambas acciones son desafíos lanzados al gran tablero del mundo aprovechando el presunto vacío de poder que conlleva el relevo presidencial en los Estados Unidos.
Y Europa calla.
Un silencio culpable y cobarde.
Luis Cernuda en un poema memorable sobre Mozart dijo:
“...Mozart
Es la gloria de Europa , el ejemplo más alto
De la Gloria del Mundo, porque Europa es el mundo”
Pero, ¿no era la música de Mozart, tan pura, tan cristalina, la que sonaba en los pianos de los rubios niños arios cuando en la noche turbia aullaban los trenes blindados rumbo a las sentinas de los campos de concentración?
¿Todavía es este tu complejo, Europa?
Durante ochenta años dejaste que el tirano soviético soplase en tu nuca, como ahora otra vez en Ucrania y Georgia.
Durante diez años sacaste brillo a las esvásticas y durante otros cincuenta a las ojivas nucleares, a los teledirigidos misiles de la gran noche americana.
Durante cien años has pulido las pistolas de todos los nacionalismos.
Durante cinco años amontonaron metralla en tus Balcanes.
Llevas treinta años afilando los cañones del terrorismo etarra...
Has abandonado África, tu antigua despensa de dátiles y caucho.
Y tiemblas asustada en tus periódicos ante los ídolos oscuros que llenan de metales la tripa de tus trenes.
¿De quién era la caricatura?
¡Basta ya!
Has vendido tu antigua y caudalosa fuerza moral, científica y cristiana, republicana y pura, la que vio a tus hijos morir en los campos de batalla por causas verdaderas y elevar los cantos más perfectos, las más sublimes formas del arte y el pensamiento, al mejor postor en todas las subastas financieras y multiculturales.
La vaca Europa es un becerro de oro ungido con sangre, ahíto y complaciente, incapaz de sufrir.
Sólo sabes, Europa, orquestar manifestaciones, promover comisiones, lanzar cortinas de humo y burocracia. La (c)omisión no es el peor de tus delitos.
Tus hijos se reparten tus causas prostibularias, tu colección de cómplices medallas e ideologías: porque no piden la Paz o la Democracia para el mundo, sino para su parte del mundo, para su Palestina, su Tíbet, su China, su Cuba, su Iraq, su Colombia, su Israel, su Venezuela, su Chernobil, su Congo Belga...
Porque no es cierto que en Palestina, como dicen algunos hipócritas voceros en sus ondas ¿conservadoras? se dirima la lucha contra el terrorismo islamista. Más bien al contrario, este conflicto no es sino la consagración del terrorismo para la consecución efectiva de fines políticos.
¿No se acuerda ya nadie que en Julio de 1946 los patriarcas de Israel volaron el Hotel Rey David de Jerusalén y tras un rastro de 96 muertos Gran Bretaña y Francia -El Imperio, la Luz, Europa- abandonaron Oriente Medio, legitimando la lucha armada para siempre?
Como no es cierta tan poco la hipócrita algarada de los medios ¿progresistas?, ni la siempre inútil y abstrusa alianza de incivilizaciones, porque con el sátrapa y el tirano, el adorador de los oscuros ídolos del odio, no puede haber nunca concordia sin claudicación.
¿No se acuerda ya nadie de cómo en los 50 y 60 Francia y el Reino Unido fueron “liberando” a su suerte al Vietnam, Argelia, Somalia, el Congo, Costa de Marfil, Iraq, el Yemen, los Emiratos Árabes, el suma y sigue de todos los conflictos actuales bajo el pretexto de la fraternidad universal auspiciada por la ON¿U?-?
Esta división y manipulación, esta confrontación y debilidad moral es la que alimenta al monstruo, el que esta noche se está afilando los colmillos en los desfiladeros insondables de Afganistán, de Wall-Street y de la Plaza Roja de Moscú.
Que retumbe esta noche el Réquiem de Mozart, por el alma de los que ahora están muriendo en Gaza.
Por el alma de Europa condenada.
domingo, 4 de enero de 2009
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7 comentarios:
Muy bueno, esto es algo muy tuyo y, en cierta forma, muy de Zweig. Es duro decirlo, pero es también necesario decirlo. Es la llantina encorajada de un hijo que se averguenza de su padre, de un padre que pensó valiente y protector. Parece así, que Europa lleve décadas de resaca.
Es una demostración de que se puede escribir sobre política, aún hoy incluso, sin caer en lo estúpido. Da la sensación de que Europa al amparo militar de otros (tesis de Kaplan, creo) se permite hacer manifestaciones en y dictados morales sin intervenir en nada. Pero es que ya ni siquiera se permite a sí misma opinar en muchas ocasiones.
No es cuestión de izuiqerdas o conservadores, es una posición excesivamente débil, que ni siquiera responde a los deseos democráticos de Vattimo. Feliz año a los tres,
Alberto.
Me temo que Europa sólo reaccionará cuando se sienta totalmente amenazada por sus propios bárbaros, los europeos. Un abrazo y feliz año
Efectivamente, Alberto: "El Mundo de Ayer", siempre hay una deuda con Zweig por esta casa. Gracias, por cierto, a los comentarios del post sobre la poesía: creer es una forma de leer.
Valiente, oportuno y acertado el comentario, JM.
Lo de Israel y los árabes demuestra que la ley es sólo la letra impresa que deciden los vencedores de las guerras. Nada que ver con la justicia.
Cosas como estas demuestran la necesidad de que existiera un organismo internacional, con verdadero poder de legislar, ejecutar y juzgar, que fuera el único que decidiera sobre las fronteras y el modo de utilizar la fuerza para protegerlas.
Y resultaría imprescindible y esclarecedor una explicación histórica de lo que ha ido sucediendo. Buenos apuntes los tuyos a este respecto José María (Hotel Rey David...).
¡Triste forma de empezar el año y de esperar a los Reyes Magos... de Oriente!
Impresionante. De lo mejor que he leído en mucho tiempo. Enhorabuena. Una pluma sagaz y valiente la tuya.
Jesús, ¿y si todos fuéramos ya bárbaros...?
Lorenzo, a veces parece que el Derecho Internacional no existiera.
Marisa, bienvenida, gracias por tus palabras.
¡Otia! ¿Dónde he estado yo que me había perdido el texto? Clarificador, José María, clarificador.
Un abrazo.
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