Si no tenía suficiente con el sofocante abrigo, el pertinaz librito de poesía, el oleaginoso tanque de palomitas, el depósito explosivo de coca-cola, el diluviante paraguas universal, las inciertas llaves del coche, el improbable ticket del aparcamiento y las menudas manos de mi hija, ahora debe uno hacer un equilibrio extra para sujetar las gafas.
¿Gafas? Sí, porque los señores del cine dicen que, aunque pueda distinguir a simple vista los anillos de Saturno y mis dos ojos, incólumes, constituyan todavía un triunvirato indisoluble e impúdico con el otro órgano que tampoco se ha cansado, digo que dicen que no puedo ver en tres dimensiones sin gafas.
Así que para darles la razón a los señores del cine yo, que soy muy infantil, escogí la fecha de los santos inocentes para ver la película “Avatar”.
Como esa día vagaba (o bogaba) sin oficio ni beneficio bajo la bíblica lluvia de diciembre cual im(penitente) rodríguez de Sevilla elegí la sesión de las cuatro de la tarde, hora taurina por excedencia (matrimonial) caso de hallarse abierta alguna güisquería que, como es sabido, cierran por inventario en fechas tan entrañables y decentes.
La verdad es que desconocía el terapéutico y somnoliento efecto secundario de estos quevedos tridimensionales y tan poco conceptistas, pero creo haber encontrado la solución a mis persistentes problemas de insomnio, aunque algo contribuyeran los efluvios de la generosa comida previa, un auténtico festín visual regado con los vinos del país y aun del abc.
Hacía tiempo que no disfrutaba tanto en una sala de cine: ¡vaya siesta en tres dimensiones de dos horas y media largas! A ratos el sueño se hacía algo pesado y se cruzaba alguna pesadilla new age: criaturas azules obsesionadas con ponerte medusas brillantes entre los ojos, muñecos histéricos que le rezaban a un árbol en gregoriano me figuro que por algo relacionado con el cambio climático, pero tampoco estoy muy seguro, ya que hablaban una jerga tan incomprensible como la de los científicos del gremio...
En fin, un honrado acomodador me alivió el trance de repetir la experiencia en una segunda sesión, la verdad es que había muchas familias tocada con las gafas de borrar la realidad mirándome muy serias, como si yo fuera un avatar, me digo. Creo que en este momento y con las prisas de resolver el bochorno fue cuando debí perder las mías, como buen miope 3D.
Despejado por sueño tan reparador continué mi derrota por la senda de las librerías ya que el papel es bueno para la lluvia, y me hice con los "Diarios de Juventud" de Rilke, luego en casa, como por la noche no cogía el hilo de Morfeo, me puse a leer y a leer... y pasó lo de siempre con este poeta del trasmundo: la lectura en cuatro dimensiones y la habitación llena de ángeles y fantasmas que no paraban de dar vueltas alrededor mío para aterrorizarme. Y yo, muerto de miedo y sin las gafas.
PS: Mi otro avatar no lo ha visto así.
martes, 5 de enero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
Genial la siesta me imagino. Yo la verdad, más que disfrutar avatar con las gafas, me dieron un dolor de cabeza tremendo. Por lo demás, el argumento no esta mal aunque estoy un poco harto que mediante el cine y los medios de comunicación nos proyecten sus ideas ecologistas.
Saludos
...luego en casa, como por la noche no cogía el hilo de Morfeo, me puse a leer y a leer... y pasó lo de siempre con este poeta del trasmundo: la lectura en cuatro dimensiones y la habitación llena de ángeles y fantasmas que no paraban de dar vueltas alrededor mío para aterrorizarme. Y yo, muerto de miedo y sin las gafas.
Con las gafas, seguro. Eso te pasa por ser tan despistado. Seguro que no te quitaste las que te dieron en el cine y, claro, luego pasa lo que pasa... se te salen los ángeles y los fantasmas.
¡Será posible!
Un abrazo.
Por cierto... ¿para qué llevas un libro de pertinaz poesía al cine si está oscuro?
Es verdad, alelo, ¡y todavía las llevo puestas! Lo del libro es una medicina para las colas y las esperas no esperadas.
Un abrazo.
Jaja, la verdad es que la película mola, pero nada más.
Yo es que no soy de los que se duermen con las malas películas, soy de los que se salen del cine -la última vez que lo hice fue con Harry Poter, a la que fui también por culpa de mis dilectos sobrinos, cómo no-.
Lo del 3D, una birria. Mejor verla en 2D
Antonio, de acuerdo contigo.
Carlos, leí tu reseña antes de ir a verla, contrastado trailer 2D y peli en 3D es más bonita en 2D pero... no deja -en este caso- de ser un película cualquiera. Por eso, en 3D y a dormir.
Publicar un comentario