miércoles, 24 de marzo de 2010

Pregón

Esta mañana, Domingo de Pasión, es la fecha en que se da el Pregón de la Semana Santa de Sevilla.

Le corresponde la palabra al periodista Antonio García Barbeito quien llega al Maestranza tras una estéril polémica que no ha beneficiado a nadie, como casi todas las polémicas de esta ciudad tan caribeña y asiática.

Es excesiva la parafernalia con la que se reviste el acto del pregón y excesiva la importancia que se da a la figura del pregonero. Durante la Cuaresma sus declaraciones se estudian al milímetro y su agenda se codifica de actos a cual más extraño y prescindible.

Se desvía la atención de lo principal, de aquello hacia lo que el buen pregonero enfocará su mirada, a fin de elevar nuestro gozo presentido: la Semana Santa de Sevilla, acaso la manifestación religiosa, artística y cultural más compleja de Occidente, pero también la más accesible y sencilla.

Este año incluso se ha producido una alteración del orden público -con intervención de la policía incluida- en la cola para adquirir las escasas entradas a la venta. Aunque lo dan la radio, la televisión e internet hay quienes empiezan a velar armas más de 48 horas antes por procedimientos tan reglados como heterodoxos.

Antes no era así, basta ver la reseña que el ABC le dedicó al pregón de mi abuelo, quien lo diera el 28 de Marzo de 1954 en el desaparecido teatro de San Fernando de Sevilla. Apenas ocupa dos columnas y media. Lo normal es que ahora sea portada de los periódicos locales con lujosos reportajes a todo color y DVD incluido si me apuran.

El pregón ha derivado en una suerte de subgénero en el que conviven el oficial, el macareno, el de Triana, el de la juventud de una cofradía, el de la "sección femenina" de otra, el de Cuaresma, el de Vísperas, el de Feria de Abril, el de Glorias, el infantil, el subalterno, el prorrateado y el proindiviso...

Sin embargo algunos pregones han sido excelentes piezas literarias, por ejemplo el de Joaquín Romero Murube, quien lo repitió en Madrid por aclamación popular.

Romero Murube y mi abuelo eran amigos y hermanos en nuestra entrañable cofradía de la Soledad de San Lorenzo, el barrio becqueriano de Sevilla.

Yo nunca conocí a mi abuelo Miguel porque perdió la vida una tarde agosto en un absurdo accidente de moto en la recta de los Palacios a la vuelta de Cádiz. Tarde en la que se partió la infancia de mi madre y sus hermanos. La excelente hemeroteca del ABC da cuenta también de tan funesta noticia.

[Digresión: obsérvese la turbadora referencia a la tumba de JRJ, más inquietante si se piensa que mi mujer –especialista como saben en la obra de JRJ- da clase desde hace unos años en Los Palacios; -con menos material Vila-Matas o Paul Auster hacen una novela-]

Amaba mucho Cádiz y cada vez que podía se acercaba a la Tacita de Plata. Por Mr. Google he sabido luego que también fue el primer pregonero de la Semana Santa de El Puerto de Santa María (más exactamente el segundo, después de un lapso de 10 años sin celebrarse el evento). Quizá un improbable lector de aquel rincón del Sur tenga la gentileza de hacerme llegar el texto, único de los suyos que no tengo: “Facetas Cofradieras”, “Singladuras”, “Cádiz, la Isla y los Puertos”, son los títulos de algunos de sus libros.


Era un hombre de cofradías, de cuando la palabra “capillita” no tenía connotaciones peyorativas. Curiosamente aparecía ayer citado entre aquellos a los que César Hornero en su artículo de Cuaresma del ABC de Sevilla calificaba de Imprescindibles. Vaya desde aquí mi gratitud a quienes más de 50 años después de su muerte honran todavía su clara memoria.

[Digresión; no menos inquietante resulta el hecho de que Francisco Robles, en el mismo número de la edición en papel se haya ocupado del libro de Rocío sobre JRJ y Sevilla… ]

Quizá entiendan ahora mejor cómo llega a nosotros la tradición de la Semana Santa a la que tanta penitencia, por cierto, le estamos dedicando esta Cuaresma.

Le deseo lo mejor a Antonio García Barbeito, recientemente unos amigos lo hemos premiado con el Primer Mercurial de Plata junto con el torero José Antonio Morante de la Puebla.

En homenaje a mi abuelo copio un fragmento de su pregón y una prosa que salió en el boletín de la Soledad correspondiente a febrero de 2006, escindida de mi arbitrario y caprichoso almanaque.

Yo he visto el llanto que ardoroso brota
de muchas Dolorosas sevillanas…
El gesto de sorpresa en la Amargura,
ojos ardientes que aturdidos vagan;
dolor en que palpitan horizontes
de perspectivas claras,
en los ojos de niña candorosa
y llenos de rubor de la Esperanza;
yo vi a la Soledad llena de angustia,
labios morados y mejillas pálidas,
abandono total de sus pesares,
al dolor entregada…
Llorar, lo que es llorar… yo sólo he visto
a la Virgen del Valle soberana.


Miguel García Posada

Abuelo, ¡qué súbita efusión de azahares! ¡Cuántas palomas en mis ojos dorados! Pasa Cristo, crucificado a la altura exacta de los balcones, alumbrado por pálidas estalagmitas de cera nocturna, a punto de morirse en cualquier esquina de Sevilla. Y yo recorro sin descanso la ciudad hasta el río, conducido sólo por los tambores de la sangre y de la especie, bajo el cielo morado y el aire tibio de una primavera compartida. Abuelo, la Virgen de la Soledad, la misma que Bécquer vio pasar entre los vencejos y naranjos del barrio de San Lorenzo, nos ha reunido de nuevo, vestidos ya para siempre con la túnica de nuestra penitencia. Y hemos caminado juntos, tú en el trance supremo de la muerte y yo en el lance palpitante de la vida ¿o acaso es al contrario? Bajo la urdimbre inmaculada del hábito que el escapulario ciñe, detrás del antifaz y de la insignia, no vamos nosotros. Nuestra sombra, proyectada en las calles silenciosas, está fuera del tiempo, y es un penitente todos los penitentes y todas las saetas una sola. En la Vigilia perenne del Sábado Santo hemos vislumbrado los goznes de la Eternidad, fruto de los dolores que por nosotros sufriste, y hemos visto ascender, como una sinfonía blanca y negra, una marea de nazarenos elevados al cielo de Sevilla. Abuelo.

José María Jurado

Feliz Domingo de Pasión, la gran noticia es que sólo quedan siete días para el Domingo de Ramos.

PS: Ya están listas "las cuaresmas" correspondientes al viernes y al sábado, luego las publico, que ahora me voy a tomar unas torrijas mientras disfruto del pregón.

4 comentarios:

L.C. dijo...

Grandioso, José María. Curiosas coincidencias que dan sentido a muchas cosas.

En un día no lejano, una cofradía, una tertulia, un Consejo, un barrio,... te pedirán un Pregón. Quedará ahí enlazado un sutil e invisible hilo que anuda la historia por vericuetos imposibles.

La literatura se hará entonces un poco más ancha y el formato del Pregón más profundo.

Disfruta del de Barbeito, de las torrijas y de los besamanos.

Enrique Barrero dijo...

Qué interesante. Entro bastante en este blog aunque hasta el día de hoy no hubiera dejado ningún comentario y descubro con sorpresa que es Usted nieto de Miguel García Posada. Su libro "Semana Santa en Sevilla. Facetas cofradieras" es una joya espléndida, yo conservo con auténtica veneración entre mis libros ese ejemplar de Gráficas del Sur de 1956, lleno de sabor, bellísimo en sus textos e ilustraciones. Espléndidas y llenas de sentido común las reflexiones que realiza sobre el pregón y su descomunal relieve mediático -curioso el enlace con la crónica del pregón de su abuelo-y magníficas las reflexiones de los días de cuaresma que sin ninguna duda deberían publicarse. Me animé a realizar el comentario por la curiosidad que ha supuesto para mí descubrir precisamente el día de hoy que el lector de almanaques sea nieto del autor de ese libro para mí tan especial. Espero que disfrute -disfrutemos- el pregón de hoy. Cordialmente.

José María JURADO dijo...

Querido Espinelete, su comentario es de los que justifican una escritura, muchas gracias. ¿Sabe? Yo no he conseguido dsiponer de un ejemplar original de las Facetas Cofradieras de mi abuelo, aunque tengo de copia del mecanoscrito. Gracias a ese legado "inmaterial" aprendí a valorar y a querer nuestra Semana Santa, el hecho de que otras personas también lo hayan hecho nos llena a mí y a nuestra familia de una profunda emoción y agradecimiento.

José María JURADO dijo...

Lorenzo, ese pregón es el verdadero "pregón imposible"...

 
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