Los nocturnos soñados de Chopín,
Van Gogh de girasoles y delirios,
la Biblia y los astrólogos asirios,
las ondinas de Wagner por el Rhin.
Las claras aventuras de Tintín,
los Trescientos que marchan al martirio,
el Gran Canal ardiendo como un cirio
y la Ciudad Prohibida de Pekín.
Éstos u otros -¡qué más da!- motivos
con nombre propio y letra VERSALITA
transforman el poema en un tiovivo
-el arte por el arte no palpita-
donde giran los muertos y los vivos
bajo una gran pagoda de uralita.
PS: Y que un parnasiano como yo haya acabado haciéndose un auto de fe en forma de soneto...
domingo, 28 de noviembre de 2010
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4 comentarios:
Los 300 no fueron al martirio; iban voluntariamente a defender a su país y a su gente; siempre he pensado que cuando asomaron al mar supieron que iban a morir, inexorablemente, y en ese momento se relajaron y disfrutaron del final de su vida.
Gracias, Ignacio, cambio "llevados" por "que marchan", es más épico y más fiel.
c'est la vie.
Un abrazo.
Te habrás autoinmolado, pero el soneto bien lo merece. Es muy bueno.
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