Mira brillar las luces de
diciembre:
las brasas donde arden los
frutos del otoño
con su larga bufanda de humo y
carbonilla,
los retablos de neón de los
comercios
y el mosaico oriental de los
copos de nieve
que caen de los cielos
encendidos.
Venimos de la sombra y hacia las
sombras vamos
con un poco de luz.
Y aunque la antorcha roja del
abeto de invierno
apenas ilumine las tinieblas
de esta gruta de oro y de dolor
seguimos el camino de la noche
del alma.
Avanzamos a tientas por la
bruma
agitando la tea de la angustia
y el júbilo,
-EX ORIENTE LUX-
pero de nada sirve la pálida
peluca,
el gastado amarillo de las
enciclopedias
salpicadas de sangre y de razón.
El sol muere también
guillotinado
en la espesa maleza del jardín
y un hachazo de luna corta el
seto de boj.
Bajo el muérdago rojo del
druida
aún seguimos buscando la llave
del zaguán,
el carbón de la llama que hace
tibia la leche
y la escarcha profunda que
quema el corazón,
pero nada ni nadie responde a la
llamada
del perro solitario que aúlla en
la espesura.
Así brillan las luces de
diciembre,
esas hondas bujías que laten
bajo el vidrio
esos astros eléctricos y su
poco de luz
que son el candelabro de la
muerte.
Pero no tengáis miedo si algo
irrumpe en la noche
y golpea tres veces la aldaba de la puerta
en la penumbra alta del cardo y
de la ortiga,
saturada de sangre y de hojas
de acebo.
Esta será la señal convenida
si una estrella de carne naciera
del abismo.
"La luz del mundo"William Holman Hunt ( Londres, 1827 . 1910) |
2 comentarios:
¡Magnífico! ¡Felices fiestas!
Mil gracias.
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