miércoles, 26 de septiembre de 2018

Cata que amanece


Hoy  al amanecer me han conmovido el esplendor de la luna llena y el colosal nacimiento del sol. Cruzaba yo la ciudad de sur a norte sobre  la vertebral columna atirantada del Puente del Centenario mientras, a poniente, la luna iba esbozando haikus espectrales sobre las grúas y naves del puerto. La noche, a ese lado de la bóveda era ya de un intenso azul plasmático, eléctrico, y la luna fulgía como un blanco fogonazo fluorescente hasta desvaírse sobre el arco del horizonte como una marca de agua, mientras del levante, sobre los castillos sin foso de los bloques de pisos de Sevilla Este, emergía una corona naranja creciente dispuesta a reinar sobre la inmensa llanura de Tartesos.

Y en el instante supremo en el que ambos astros se contemplaban como dos espejos enfrentados, me ha parecido entender el lenguaje del cielo.


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