que a nuestro lado fluye como un río,
todo emerge de ahí y en su corriente,
en sus hondos remansos y en sus barrancos profundos,
encuentra su sentido, su muerte y transfiguración.
Pero ahora es verano,
sobre los muros encalados crecen
la sombra y la verdad, como crece la muerte
en las sábanas blancas perfumadas de espliego.
Abandonad los cuartos amarillos,
hacia la noche abierta colmada de deseo.
Bajo el cielo estrellado del gran verano cósmico
contemplad los abismos,
escuchad el crujido de la rueda del tiempo,
la rotación de las constelaciones
que anuncian el cristal de la nueva conciencia.
Antes de que regresen las auroras de
otoño
y retorne la angustia a los desfiladeros.
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