Este es el momento, o mejor, el lugar, la Sala de Piedra del Nymphenburg, residencia de verano de los Reyes de Baviera en que el rococó me alcanza el corazón.
La belleza supera siempre -cuando es verdadera como aquí- al estilo y aún diría que el estilo -cuando es verdadera la belleza y verdadero el estilo- la engrandece. Por eso siempre me ha parecido un error criticar la forma por la forma, porque no hay forma que no pueda ser habitada, por compleja que sea, por la más sencilla belleza.
Múnich, 1 de agosto 2019 |
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