sábado, 2 de noviembre de 2024

Responda otra vez

                                    In memoriam Mayra Gómez Kempf  

Esta voz de los viernes,

descanso del guerrero de un país triste

que apenas sí soñaba

con un piso en La Manga o Torrevieja,

se ha apagado, un, dos, tres, in ictu oculi.

La social-alegría de la tele,

obligatoria casi como un plan quinquenal,

-teníamos también La Clave en UHF

más fría que un gulag-

es hoy una nostalgia a la intemperie

de cuando España todavía era catódica

y Felipe González su profeta.

Mi infancia son recuerdos de Ruperta,

del golpe de Tejero y la EGB,

pero hoy tenemos ya cincuenta años...

... y hasta aquí puedo leer.




jueves, 17 de octubre de 2024

La epidemia del narcisismo


Leo "La epidemia del narcisismo" con gran costernación y la tentación permanente de apagar las redes sociales, eliminar mis retratos y anular en el móvil la cámara de selfie.

Estoy aprendiendo mucho de yosotros.


De joven creía que había suplido con los libros el conocimiento de la naturaleza humana, con los libros y con la observación silenciosa, pues me correspondió, como a tantos, el rincón de los raros.


Ahora creo que sería primordial incorporar a los estudios básicos algunas nociones de psicología para una mejor gestión de la susceptibilidad, las expectativas sociales y la fragilidad del ego en general.


Hay muchas cosas que uno (ese "uno" es una forma de esconder el yo) ha aprendido en los últimos años que le hubieran ahorrado inmensos conflictos y discusiones estériles.


Y todo guarda relación con esto, con la anómala gestión del ego en la que se confunde varios conceptos análogos pero diferentes como la vanidad, el amor propio, la soberbia, la autoadmiración, la autoestima y la sensibilidad hacia lo ajeno.


En este libro se aborda la epidemia narcisista en USA y por ende, en Occidente, dominante en el marco actual de valores y que internet y las redes sociales han multiplicado exponencialmente.


Se supuso que el cristianismo había reprimido la autoestima de occidente y entre los medios y los libros de autoayuda se ha promovido una cultura egolátrica que hunde en el Romanticismo su origen.


Así, nos encontramos a líderes, en todos los ámbitos, que asumen tareas para las que son incapaces, pero para las que se juzgan los mejores.


Y, por el contrario, personas que abandona compromisos, para los que son mejores, que creen que otros merecen más.


Como la sociedad navega a favor de la confianza, se ensalzan, cada vez más, estos perfiles nefastos para la organización social por cuanto no saben interpretar bien la realidad y enfocan el universo desde su absoluto yo.


Son varios problemas los que nos pueden acuciar en nuestra relación con el Partido Narci, como suelo llamarlo.


1. Todos yosotros participamos, nos hemos alimentado de ese aire, de la cultura de exaltación del yo. Y a poco que cada quien haga examen encontrará de qué avergonzarse. El escritor, el poeta, el artista que vive del aplauso o claque de su público, está -estamos- atrapados aquí. Es la parte de los titiriteros, no es la más grave, porque esta egolatría escénica es por donde desaguaba la humanidad sus traumas, pero es bastante ridícula.


2. El susceptible, el ofendido, que todos podemos ser en algún momento, es una condición clínica que casi nadie tiene diagnosticada y que algunos expertos denominan narcisismo encubierto. Todos conocemos personas así o experimentamos sensaciones así, cosas que nos duelen o suscitan tristeza cuando no envidia y que en realidad no merecemos o no merecen más que los demás. Estos personajes son terroríficos porque de su fracaso propio nace el resentimiento y un rencor destructivo.


3. La tríada oscura: desde la que puede manifestar el psicópata más cinematográfico al encubierto con el que nos cruzamos cada día. Esta tríada se compone de grandiosidad, maquiavelismo o manipulación y comportamientos antisociales.


4. La falta de crítica. Ya no existe la literaria ni la artística, solo existe la crítica celebrativa. Todos los niños lo tienen todo sobresaliente y todos los que escribimos versos somos no ya poetas, sino Rilke y  Bécquer juntos. Con esto ni se aprende ni mejora, pero, además, perversamente, al haber adoptado la crítica la forma del silencio, al perfil susceptible esta ausencia de juicio lo mata.


En Sevilla el punto 4 además ha adquirido cotas de especialización finísima en la llamada "Ojana", concepto cuya mera existencia delata de lo que hablamos.


La mayoría, por no decir el 100% de los desencuentros diarios devienen del choque entre perfiles de mayor o menor intensidad narci.


Sirva de ejemplo: todos nos vemos ridículos tras la bronca en el coche, ¿qué dice esa bronca de nuestro verdadero yo?


¿Qué hacer?


Lo primero, formarse e informarse.


Lo segundo, hacer un autoanálisis para ver en qué magnitud la autoestima condiciona nuestra vida.


Lo tercero, regenerar nuestras relaciones con el mundo, ¿nadie tiene un amigo en wsp que sin verlo es capaz de sacarnos de quicio? 


Todo esto sirve para defenderse de estas personalidades llamadas también tóxicas, aunque insisto en nuestro mundo es prácticamente imposible que nadie instile algo de veneno o viva sin rencor, todos somos algo tóxicos, por humanos y por españoles..


Pero, ¿para el futuro? ¿Qué podemos hacer?


Esto es lo que me preocupa porque sin que esto se enseñe en los colegios el modelo se perpetúa sin fin. Hay que ROMPER EL CÍRCULO.


Yo cada vez estoy más convencido de que la inmortal mala leche española y el cainismo español no es más que la supervivencia genética en Iberia del narcisista encubierto, ese que está fatal de autoestima, que se odia a sí mismo y amarga lo que puede. Los tipos geniales se fueron a fundar América.


Pero me temo, y esto es lo grave, que no hemos tenido mucha opción de elegir, hemos nacido así o nos han nacido aquí.


Esto, de paso, explica nuestra actual situación política, que no es lo que nos merecemos sino lo que somos.


Hay que romper las pantallas y vaciar el ego por los desagües.


Pero a nivel global, no se me ocurre cómo: hemos cambiado a Jesucristo por el yo. Y quienes no lo han cambiado a menudo creen en su propio Jesucristo, en su Dios personal, clemente y misericordioso pero solo con sus faltas, nunca las de los demás.


Lo suyo sería, por ejemplo, dar esta reflexión como anónima, pero ¿ven? YO MISMO SOY incapaz y hasta YO  termino con un poema, sobre el romanticismo cuyo último verso explica lo que YO digo.


ROMANTICISMO


Soy el llanto de Chopin sobre el piano,

soy la oda de Keats al ruiseñor,

soy la noche inmanente de Novalis,

soy de Bécquer las alas del amor.


La Balada del viejo marinero,

los paisajes ingleses de Wordsworth,

el naufragio Infinito de Leopardi,

los cañonazos de Napoleón.


Soy la sangre de Pushkin en la nieve,

las tormentas de Turner y el vapor,

los mármoles de Hölderlin y Goethe,


soy los terrores de Edgard Allan Poe

y la tristeza azul de Baudelaire.

El yo, el yo, el yo, el yo, el yo.


JMJ


Aquí añadiría, ¿a qué esperan para aplaudirme?


Y lo que pudiera ser un gag se transforma en una película de terror: ¿pero lo ha dicho en serio o no?


Hoy se dicen de broma muchas cosas que se han pensado en serio.


El primero en hacerse un selfie, morirá.


Cuidado con el yo-yo.


jueves, 3 de octubre de 2024

Work atfer COVID

Lo llaman teletrabajo, pero quieren decir teledespido.

Lo llaman oficinas sin papeles, pero quieren decir oficinas sin empleados.

Lo llaman mensajería instantánea, pero quieren decir cadena perpetua.

Lo llaman mandos intermedios, pero quieren decir capataces.

Lo llaman recursos, pero quieren decir esclavos.

Lo llaman liderazgo, pero quieren decir narcisismo.

Lo llaman productividad, pero quieren decir explotación.

Lo llaman sostenibilidad, pero quieren que lo sostengas tú.

Lo llaman eficiencia energética, pero quieren decir calor y frío.

Lo llaman videoconferencia, pero quieren decir monólogos.

Lo llaman inteligencia artificial, pero quieren decir sin espíritu.

Lo llaman resiliencia, pero quieren decir abnegación.

Lo llaman flexibilidad, pero quieren decir miedo.

Lo llaman taquillas, pero quieren decir nichos.

Lo llaman espacio abierto, pero quieren decir sin alma.



jueves, 26 de septiembre de 2024

Rey de rey


De las hamletianas fotografías que el hijo de Rey ha publicado del Rey de Mérida me impresiona menos la cantidad de preceptos morales y legales vulnerados en una sola escena con tan pocos elementos (el diablo escribe haikus), como su carácter genuinamente de época y sentimental y sintéticamente español.

Yo creo que son esos ladrillos vidriados del desarrollismo que crecían desde los barrios obreros, con algo menos de barniz, a los grandes chalés de la Moraleja.

Es acaso quizá la camisa a rayas del monarca, entre Jesús Gil y Verano Azul, con un si es no es de Julio Iglesias y Corte Inglés al fondo que llevaban entonces todos los hombres de España.

Quizá sea que la de más bárbara apariencia va "tocada" con ese estilo semi-farwest de peli de Fernando Esteso y Pajares con escote de saloon. Es, digamos, la parte cultural, la cosa cinematográfica ochentera.

Si nos dijeran que se trata de un anuncio de Tang, de Frigo o de Danone, ¿quién podría negarlo?

-Hijo, deja ya la cámara.
-Pero si no hay casera nos vamos.

Es muy triste comprobar, como en una cápsula del tiempo, la imagen de Hola o Lecturas amarillento que tuvo la transición, que al cabo lo fue más de costumbres que política o que quizá, como esta foto apostilla, requirió ese cambio de costumbres para que no se removiera el "polvo" de las esquinas, mientras la ETA y las autonomías iban construyendo lo suyo, o sea lo de todos.

Vista ahora, sin el glamour que hubiéramos debido suponer a esa vida de reyes, la imagen es tan triste y casposa como los cachitos de yerro y plomo con imágenes de "300 millones" o "Estudio Abierto".

Se echa en falta, me parece, porque la lámpara es perfecta, que en el cuadro hubiera una imagen de Naranjito.

Todo tiene el aire del padre de familia atolondrado que antes de volver a casa alquilará en el videoclub Emmanuelle -que vuelve- y Chitty-Chitty-Bang-Bang para los críos.

Radiografía triste de época, da la impresión de que a los protagonistas, desde el que iba a EGB al que sancionaba las leyes se les estuvieran calentando las mirindas en el porche, porque de esto va la foto y no de porsches o lamborghinis.

Fotomatón de las autonomías, tiene el mismo color, la misma textura, que el vídeo de la cogida de Paquirri de cuya muerte hoy se cumplen cuarenta años. Si la Pantoja, viuda vicaria de la semana, logró en los tribunales hacer prevalecer su derecho al honor, lo mismo se debería hacer con estas imágenes cuyo destino es, me temo, el de los libros de historia, al lado del tricornio de Tejero, escena a la que está metafísicamente unida.

Nuestro tiempo puchimónico y sanchista también está dejando una larga colección de monsters high que dará escalofrío contemplar el año que viene, como ya da miedo Fernando Simón, ese Frankenstein tan poco ibérico.

Y que no se sorprenda nadie: no tenía uno uso de razón y en las galas de Nochevieja ya escuchaba a los cuñados, mientras evolucionaba la danza de la vedette sin talento ni falta que le hacía, la razón que explicaba esas contrataciones junto a la empanadilla de Móstoles.

Pero entonces parecía normal porque quien más quien menos estrenaba querida, cargo, partido, piscina o diputación, y España resplandecía de orgullo y satisfacción.

viernes, 9 de agosto de 2024

Si una mañana de verano...


Leído frente al Atlántico, junto a vertiginosos acantilados de arenisca dorada y el infinito mar portugués de vino verde y azurita; o en la siesta de piscina y torrefacto café angoleño; como si nos asomáramos a las mismas olas ancestrales, las del último azul Mediterráneo y africano de Mallorca, con sus calas que descienden a la playa entre olivos y  que aquí bajan entre maizales, higueras y pitas a las mismas orillas del océano cósmico, a la paz de plata del Algarve. 

La palabra de José Carlos Llop arrulla con su voz de cien civilizaciones, como una suave marea que arrastrara objetos de un museo marino en el que todas las referencias aparecen henchidas de vida y luz.

Al leerlo vemos al sol arder sobre la vida y sentimos en el pulmón el aire de los pinos. Es como leer un texto antiguo que se abriera con novedad evangélica dando sentido al ser y al tiempo. 

En este año que he cumplido ya mis cincuenta y me siento al mismo tiempo feliz y desolado por la nostalgia, libros como este me consuelan al sentir que algo queda siempre de nuestro paso en el mundo, como las huellas de las palabras de Llop sobre la arena. 


viernes, 26 de julio de 2024

Cincuenta versos en mi cincuenta cumpleaños

"Llega un momento en la vida cuando el tiempo nos alcanza."

                Luis Cernuda, “Ocnos”

 

Hoy la flecha del tiempo nos alcanza,

en la mirada guardo una centuria

(multiplico por dos) de amaneceres

y atardezco en dos siglos, tan distantes

como el hoy y el ayer.

 Del que hizo veinte,

conocimos las décadas mejores,

tras dos guerras mundiales y una fría,

tampoco era difícil superarlo.

 

Hasta llegar, al fin, a dos mil uno,

restos de nieve en el telón de acero,

tormentas del desierto y CNN,

¡qué larga se nos hizo la odisea!

 

(Y que supere Kubrik esta elipsis

de angustia y soledad, de amor y libros.

Yo nací, respetadme, con el vídeo).

 

Una tarde dorada de septiembre

vimos arder en los televisores,

-¡Torres de Dios! ¡Poetas!¡Pararrayos!-

la simétrica barra de los dólares.

 

Ya no hubo vuelta atrás, el nuevo siglo

humeaba en la aldea de McLuhan,

mientras yo paseaba con mi novia

(ni que hubiera caído la Giralda).

Mon amour, Hiroshima, nos casamos.

 

Pasaron luego dos decenios casi

de aprender a vivir y de dar vida

entre crisis bursátiles y angustia

de escribir para qué y para quiénes

y a los cuarenta se murió mi padre,

se fue cuando más falta me hacía

(yo rezo la oración de Gloria Fuertes).

  

No vimos advenir las mascarillas

ni el bullir insensato de pantallas

que absorben el cerebro y ensombrecen

la luz del candelabro de los libros.

 

Y, más o menos, desde aquí os escribo,

cincuenta años de dudas os contemplan,

Pentecostés del ser con aleluyas:

 

lo que reste vivir es de prestado,

me han marcado una “L” en el costado.

 

Debo empezar a preparar el alma,

pero no hallo el momento ni la calma.

 

Dar cuenta a Dios el día menos pesado

que al fin pueda decir he adelgazado.

 

Que aunque perdí la fe por el camino

las compuertas de Luz y del Destino

se abran para mí y cito a Eliot:

 

“¿Qué mares qué playas qué rocas grises y qué islas?

¿Qué imágenes regresan?¡Oh, hijas mías!”





jueves, 25 de julio de 2024

Tristán e Isolda - (BAYREUTH)


Y para celebrar el inicio del festival de festivales traigo aquí el enlace al coloquio que mantuve con el director de escena Állex F.  Aguilera el otoño pasado (26 de sept.) cuando el Maestranza estrenó su propia producción de "Tristán e Isolda".

Coloquio TRISTAN E ISOLDA MAESTRANZA



miércoles, 17 de julio de 2024

Memoria política del siglo XX en un tuit

Mi infancia son recuerdos de Tejero y de Suárez,

de Gutiérrez Mellado y de Verano Azul,

mi juventud, quince años de Felipe González,

y un lustro de aznarato sin carisma o glamour.

 

Yo, nací, respetadme, con el punk.

 






https://x.com/JMJurado4/status/1813472627639369889

L

A cierta edad ya debería uno saber latín, pero la realidad es que todavía "me falta calle".

Cuando se cumplen los quincuaginta se nos concede la romana "L" de una vida todavía en prácticas o, como dicen los derrotados ingleses, "L"earning.

Aprendiendo.

En griego, como en latín, el número cincuenta se construye como cinco veces diez, es decir "pentecostés".

Fue a los cincuenta días que descendió el Espíritu.

Empieza ahora, pues, el pentecostés de la vida.

¡Ele!


martes, 16 de julio de 2024

Verano de Bohemia


Redimido por el más genial de los discípulos posibles, Jorge Luis Borges, a Rafael Cansinos Assens (1882-1964) corresponde, sin duda, un lugar entre los grandes escritores de nuestra literatura.
Es ingente lo que le debemos como traductor, pero doblemente ingente lo que debemos a su tarea como memorialista.
La aparición en 1981 de "La novela de un literato" marcó un hito en el conocimiento de una época lóbrega y luminosa de la literatura oculta tras el muro de la guerra y la larga noche franquista que Cansinos se pasó en vela traduciendo a Goethe o Dostoievsky para la editorial Aguilar.
Han aparecido y seguirán apareciendo inéditos, el más reciente "Los diarios de posguerra, Madrid. 1943" que todavía no he leído y de quien Andrés Trapiello ha dicho:
"Es el autor que mejor ha contado aquellos años, aquel Madrid. La guerra la perdieron unos y la ganaron otros. Pero la posguerra, esa que nadie ha contado como la cuenta Cansinos, la perdieron todos."
Fue realmente una pena que la fundación ARCA (Fundación-Archivo Rafael Cansinos Assens) que acoge su legado al frente de la cual está su hijo Rafael Manuel Cansinos (n.1958) no llegara a tener el compromiso institucional que en su día pactó con el ayuntamiento de Sevilla. La trajo Monteisirín con campanillas para desentenderse (la cultura espectáculo de la izquierda no casa con la literatura), y luego la cerró con displicencia Zoido (cuando la derecha se asemeja a su peor caricatura).
ARCA, por cierto, y bajo su propio sello, ha empezado a editar revisada las traducciones de Shakespeare y Goethe que he tenido oportunidad de hojear, con estudios jugosísimos.
Entre los primeros inéditos que publicó ARCA figura esta interesantísima "Bohemia" de 2002. Durante más de veinte años ha dormido en la biblioteca el sueño de los justos (pero no se me olvida el interés con que me hice con ella) porque los libros guardan siempre el momento inesperado para echarse a los ojos y de ahí que la conformación de una biblioteca guarde más vínculo con la pugna entre realidad y deseo que con la práctica ejecutoria de la lectura.
En "Bohemia" encontramos desarrollada en forma de novela las anotaciones que, como diario, figuran en "La novela de un literato", sobre el año 1900.
Ha tenido que escuchar uno en alguna ocasión que "Las máscaras del héroe" (que estoy leyendo también estos días bohemios) es la novela que Cansinos solo intuyó o que no pudo escribir Umbral. A mí me parece que la hipertrófica novela, entre la escatología y la pornografía, más cerca de Bataille que de Quevedo o Valle, no aporta un verdadero conocimiento de la bohemia madrileña anterior a la guerra, sino que esta es usada como pretexto para dar rienda suelta a un mundo turbio y desasosegante que no me complace como lector.
Conocíamos en profundidad ese mundo gracias a "Luces de Bohemia", porque ese espejo deformante sí nos daba la verdad literaria, no la acrobacia estilística, aunque, Valle, como esperpento, no se ajustara tampoco a la fidelidad de los hechos.
En esta novela de Rafael Cansinos sí está esa fidelidad, sin necesidad de purgarse uno el espíritu con una colación de naftalina y matarratas mezclada con vitriolo como en "Las máscaras...", asistimos a las verdaderas tribulaciones del "artista adolescente" y su deambular del anarquismo al modernismo, hasta caer en las garras de Villaespesa.
La vida en el hogar del joven Cansinos, ese piso modesto del novecientos donde convivía con sus hermanas y sus padrinos -esto es biografía novelada-, se nos muestra plena de realidad galdosiana. Cansinos levanta la tapa de la maquinaria social de una familia corta de recursos recién mudada desde Sevilla y sometida a los avatares de una cotidianidad ramplona, con la que chocan las ilusiones todavía no perdidas del literato en ciernes.
Comparece aquí la bohemia literaria de Madrid con la eficacia de una máquina del tiempo. Así, por ejemplo, nos cruzamos con los hermanos Machado como quien se topa con alguien a la entrada o salida de un café cargado de humo y soledades.
El mundo de las redacciones de los periódicos de segunda fila, de los conciábulos y cenáculos literarios, de los lupanares a media luz, se nos muestra casi con realidad costumbrista, pero tamizados por la escritura de Cansinos, que no incurre en el egotismo desaforado de "Las Máscaras..." ni en la melancolía álgida de los nostálgicos.
Publicada además varios años después, la novela de Cansinos nos ofrece la imagen más viva y emocionante de Alejandro Sawa: ahora comprendemos porque Valle lo inmortalizó, porque era necesaria salvar esa personalidad leonina y atrabiliaria, transverberada de Hugo y de Verlaine.
Termino recordando los dos versos finales "del soneto que Borges escribiera a su maestro:
"Acompáñeme siempre su memoria;
las otras cosas las dirá la gloria."
A mí me acompañará siempre la lectura de esta "Bohemia" que me ha devuelto al Madrid postbecqueriano, zarzuelero y decadente, al que estaba a punto de llegar Juan Ramón Jiménez.
Y me parece que, pero mil ojos tiene la larga noche de la literatura, que las otras cosas las dirá -las está diciendo ya- la gloria.
¡Cómo se iba a equivocar Borges!




domingo, 14 de julio de 2024

La rotonda fantástica

No provoqué yo el atasco en la rotonda, al menos no premeditadamente. 

La culpa fue otra vez de Google Maps: "en la rotonda toma la salida en dirección sureste", pero la brújula que llevo mano para estos casos se había desmagnetizado al lado del cargador del móvil.

No me quedó otra que detener el vehículo y sacar el sextante de la guantera, donde antes se llevaba el mapa de carreteras.

La gente empezó a aporrear el claxon pero qué podía hacer yo, si ni siquiera había cerca un muro o un tronco de árbol para ver por dónde crecía el liquen.

Mientras calibraba el artilugio los otros coches empezaron a pitarme porque quizá no iban al sureste como yo, o porque quizá Google los hubiera mandado por la senda donde sopla el cierzo o el mistral.

La falta de paciencia ibérica para quienes tienen que medir la declinación solar ya la vivió Colón en su primer viaje que casi le causa un motín. Si el Almirante pudo superar esa prueba clavando un doblón en el palo mayor que luego le escamoteó a Rodrigo de Triana, nosotros que estamos atascados precisamente en la Ronda de Triana no vamos a ser menos.

Yo creo que esta prisa española no sirve de mucho porque, como la muerte, a todos nos iguala luego la eternidad de un semáforo en rojo como la camiseta de la selección de fútbol, ese deporte que da tanto que hablar todos los veranos, lo mismo que se habla de ajedrez cada vez que cambia una era geológica.

Quizá iban todos a ver algún partido que dieran por la tele porque creo, aunque no estoy muy seguro, que es ahora la temporada, aunque a los del balompié les pasa como a las cofradías, que es domingo de ramos todo el año. 

De hecho el entrenador me parece que se ha hecho famoso por unir ambos mundos, justamente aquí al lado, en el Cachorro, donde se ha formado el embotellamiento.

Me parece que al entrenador, como siga mostrando estampitas y medallas, le va a quedar muy poco en el convento. Ahora los que mandan son más de llevar exvotos a la virgen de Begoña.

Desde luego no era esa hora de estar pitando en la calle, salvo que uno fuera árbitro o guardia de tráfico, pero para cuando llegó el municipal yo ya había tomado las coordenadas y el agente me confirmó que, en efecto, el sureste era la segunda salida, sin más apercibimientos porque ya iba empezar el partido y no era cosa de demorarse poniendo una multa que hay que redactar muchos anexos.

Se ve que Google tiene querencia por el mundo náutico y cuando menos lo esperas te señala así la derrota (el rumbo, no la del partido) según la rosa de los vientos, que es como la rosa del PSOE, pero sin estar erezada de espinas.

Ahora que peor es cuando el navegador se vuelve erudito y te dice que en la rotonda tomes por la vereda del general "..." y ponga en esos tres puntos cualquier espadón del siglo XIX, que hace falta el Espasa para dilucidarlo.

Claro que para eso llevo también a la mano el facsímil de la edición de 1940 de "Las calles de Sevilla" de Santiago Montoto. No me sirve de mucho en la Cartuja o en los Remedios, pero al menos mientras viene el municipal tengo lectura y recuerdo ese mundo andariego sin ubicación ni coordenadas.

Tengo también comprobado que la maquinita hace un uso muy ligero del término "ligeramente", en una acepción que me parece a mí que no recoge la Academia ni el María Moliner, porque ¿cómo se puede girar ligeramente a la izquierda? ¿Como Feijóo acaso? 

La prueba es que nunca te dicen que gires, que sería lo contrario, bruscamente a la derecha como Abascal, decidido cumplidor de las normas de orbanidad.

Yo creo que o se gira o no se gira y la cuestión quedaría mejor determinada, ya que G., el gran arquitecto, se empeña en no anunciar el número de la salida, determinando los grados. En previsión de que algún día incorporen esta funcionalidad llevo también un transportador y, ya puestos, además del tiralíneas, una escuadra y un compás por alinearme con google y darle un aire masónico, quiero decir masoquista a la conducción.

Y hablando de incorporar, lo que le gusta esta palabra a G. que parece vivir en un continuo transfuguismo: ahora incorpórate a la izquierda, luego incorpórate (ligeramente, claro) a la derecha. ¡Eso sí por el centro no te envía nunca!

Al final la cosa no fue a mayores porque con la llegada del guardia quien más quien menos se sintió culpable de un desfalco y salió huyendo.

No era tampoco hora para que le revisaran a la gente el maletero ni creo que al guardia le apeteciera ahora encontrar la típica testa seccionada en una bolsa de basura y tener que hacer los precestivos tests y levantar un atestado. Que a ver a que juez llamas ahora que los han cambiado a todos en el supremo.

Yo, desde luego, tenía la conciencia tranquila, no había llevado a mi coche a luchar contra esos elementos procaces y desamaldos que se crecen tanto con la cuestión circulatoria que terminarán infartados o por el coche o por el furbo.

En esto que la máquina volvió a insistir en que mi destino ¿o era el del país? estaba a la derecha, pero claro yo no sabía si refería a mi derecha o a la suya, porque además ahora tenemos tres, la cobarde, la macarra y la conspiranoica.

Con lo fácil qué era preguntar antes, cuando la gente te decía a la derecha moviendo el brazo hacia la izquierda (¿pero la suya o la mía?) y en el primer cruce te equivocabas y entrabas borgianamente en un mundo más antiguo y más pleno.

¿Pero qué esto que escucho de repente como un mantra terco y repetitivo?:

Ha llegado a su destino, ha llegado a su destino ha llegado a su.. 

Pues eso que aquí se acaba la columna, saludos de Chat GPT.


Procesión becqueriana en el Museo


Preciosa la exposición "Sevilla en la mirada" que recoge la última donación al Museo de Bellas Artes de Francisco Luque Cabrera.

No se la deben perder quienes gustan de la historiografía de la ciudad, sobre todo de la época romántica o becqueriana.
Se reúnen cerca de cuarenta grabados de época, entre ellos esta, inédita para mí, "Procesión del Viernes Santo" de Ernest Joseph Angilon Girard y que se corresponde, justamente, con la Semana Santa de 1862, a la que tantas páginas dedicamos en "Bécquer 1862" (Ed. Athenaica)
Se evidencia aquí cómo aún no había sillas en la Plaza de San Francisco para el público general, pero sí una tribuna a la que acudían los Duques de Montpensier.
Es imagen fiel de la jornada así descrita en "El Contemporáneo" por nuestro anónimo becqueriano y hubiera podido salir junto a la crónica como instantánea de aquella tarde del 18 de abril de 1862:
"Detrás de cada paso iba una banda de música tocando marchas fúnebres y otras composiciones adecuadas a las circunstancias. La fama de esta procesión y la curiosidad que despierta hicieron que el viernes fuera mayor que de ordinario la afluencia de gentes a las calles por donde pasa, de tal manera que no se podía literalmente dar un paso por ellas. Sus Altezas Reales los Serenísimos señores duques de Montpensier se dirigieron con sus augustas hijas a las casas consistoriales para ver pasar estas procesiones en la misma forma que el día anterior, es decir, todos a pie menos la señora infanta doña María Luisa Fernanda, que fue y vino en silla de manos. Las personas reales iban vestidas de negro como lo exigía la solemnidad que se conmemoraba."
Anónimo becqueriano, (Bécquer, 1862).










 
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